Coberturas

Desde hace un sueño

Las Pelotas volvieron a Jujuy luego de seis años. Con temas nuevos y viejos, un buen marco de público y mucha energía, se vivió el primero de tres conciertos anunciados por la banda en el NOA.

Es uno de los grupos más perdurables de nuestro país, toca en todos los grandes festivales y tiene cientos de fechas propias en el año. A pesar de esto, a Las Pelotas siempre les costó llegar al NOA.

Tal vez pensando en esos discos sin presentar todavía, la banda volvió a Jujuy luego de seis años, hecho similar a lo que sucedió en Salta en 2011. En esta oportunidad Cerca de las nubes (2012) fue la excusa con la cual decidieron pegarse una vuelta por el norte y hacer fechas propias.

Por el alto costo de la banda, la escases de locales habilitados y lo difícil que está la venta de entradas, estas fechas son una aventura para los productores locales. Para promover la compra, con las primeras entradas venía de regalo el mencionado nuevo material, algo que se vuelve una sana costumbre.

La fecha jujeña tuvo lugar en el boliche Gizeh, alejado del centro de la ciudad. Para el show se contrataron sonido y luces extras que funcionaron muy bien. La disposición de tres niveles resulto útil para que el público (alrededor de 1100 personas), decida cómo quería vivir su noche: abajo apretados y transpirando o algo más cómodos en alguno de los otros niveles y distintas escaleras. Esto benefició especialmente a las parejas y a las féminas de baja estatura, que siempre terminan viendo muy poco en los recitales.

Combo Locoto fue la banda invitada y cumplió con creces, generando mucha fiesta. Viene aumentando su popularidad y su conocida mezcla de carnaval jujeño con ska y reggae fue un muy buen marco para que la gente entre en calor. El grupo tocó aproximadamente 40 minutos, retirándose al ritmo de su hit “Velociraptor”.

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Daffunchio, Gabi, Sussmann y compañía aparecieron a las once y cuarto. El comienzo fue justamente con temas que arrancan respectivos discos nunca presentados en la capital jujeña: “Saben” de Despierta (2010), y “Basta” del álbum homónimo de 2007.

Era la primera vez sin el Bocha Sokol para la mayoría del público, incluso para varios fue su primer “vivo” con la histórica banda. Las edades fueron variadas, pero como siempre el segmento 18/25 fue mayoría, aunque se notaba una buena cantidad de treintañeros. La descripta parte baja era muy angosta cerca del escenario y se transformó en una olla a presión a falta del aire acondicionado, que (como siempre) se encendería muy tarde.

Merced a las baladas y letras románticas (léase, para minitas), que la banda supo abrazar en los últimos años, el show se vuelve algo ciclotímico porque varios temas son demasiado tranquilos para el pelotero que gusta del pogo. Algunos ejemplos son: «Cuántas cosas», “Pasajeros”, “Personalmente”, entre otros. Después hay varios término medio, como “¿Qué podes dar?” o la emotiva “Ya no estás”.

Sacando al líder, Gabriela en el bajo sigue siendo una de las mejores cosas que tiene la banda para ofrecer, junto a los acertados y respetuosos solos de Sussmann que se corearon en cada oportunidad. Entre él y German desfilaron seis violas.

En los silencios, el “¡Jujuy! ¡Jujuy!” del público fue insistente, pero también bancaron con los clásicos cantitos que toda banda necesita para salir a hacer los bises, según palabras del propio German.

Como regalo y en memoria del Bocha la banda interpreto “¿Para qué?” y “Escaleras”, clásicos no habituales. En la sección reggae sonaron de forma consecutiva “Siento, luego existo“, “Que estés sonriendo” y “Si supieras”.

“Corderos en la noche” y “Desaparecido” fueron los momentos en los cuales la banda mencionó las críticas que profesa hace años a la sociedad argentina.

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El cierre vino sin sorpresas y con clásicos del grupo: “Bombachitas rosas”, “Hawaii”, “Capitán América” y “Brilla (Shine)”. Una vez más evitaron tocar “Será”, algo que sus amigos de NTVG (Germán participa en el último álbum de los uruguayos), deberían  adoptar para el cansador “Al vacío”.

El final fue con ultra conocido cover de Sumo, “El ojo blindado”, redondeando dos horas exactas de show. 

Una equilibrada lista de temas, mucha emoción debido a la larga ausencia y un buen agite del público que no paró un segundo, a pesar de la mala predisposición de la gente de seguridad (parecía que estaban trabajando en un geriátrico más que en un show de rock); redondearon una gran noche donde no hubo puntos negativos.

Galería de imágenes por Mateo Jiménez: