Foto: Ignacio Blanco - Diario Los Andes
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Murió Marciano Cantero | Aún sigue cantando

El fundador de Los Enanitos Verdes falleció a los 62 años. Fue una pieza clave del rock argentino.

“Sanloré-sanloré, como cancha no tené, decile a Tinelli que te preste Telefé”
(Canto de la hinchada de Huracán a la de San Lorenzo, sobre la base de “Yo te ví en un tren”, 1992)

La primera vez que escuché la palabra “Spinetta” fue cerca de esos momentos cuando la infancia empieza a ponerse en suspenso; mi tío Dani cantaba emocionado una canción que me parecía muy bonita, que entre otras cosas hablaba de un flaco que decía que todas las hojas son del viento. Cuando pregunté de quién era, me enteré que era de Los Enanitos Verdes, a quiénes ya conocía por “La muralla verde”, “Guitarras blancas”, “Simulacro” y un montón de hits que grababa en mi cassette virgen Toshiba en esos sábados de FM Génesis, allá a fines de los 80. Un tal David Lebón cantaba de invitado.

Tiempo después también aprendí que otro de sus éxitos, “El extraño de pelo largo”, no era de ellos sino de una banda que había existido hace mucho, La Joven Guardia, y terminé viendo una película homónima donde aparecían Litto Nebbia y otros referentes musicales de 1970.

Aún no era el momento de Charly, Fito o el Flaco… al menos para un changuito de provincia que empezaba a escuchar rock “nacional”: eran Los Enanitos, Los Abuelos, Soda, Suéter y Virus, que entraban por las radios locales, por alguna radio de Jujuy que se recibía por AM y la señal de TVN Chile que llegaba por el cable local.

Para quienes tenemos más de cuarenta, quizás hubo un segundo momento de referencia en la secundaria, con esos dos discos que significaron el retorno de la banda -luego de un impasse de tres años- y el definitivo despegue de la escena argentina: Igual que ayer y Big Bang, que fueron escuchados hasta el cansancio en Hispanoamérica. Hoy son un cliché y seguro estamos hartos de “Lamento Boliviano” y “Amigos”, pero no es un detalle menor pensar en esos tiempos sin redes sociales y sin Spotify algoritmeándonos la existencia.

No tengo ganas de pensar o compartir mis impresiones de por qué dejamos de escuchar masivamente a bandas como Los Enanitos (o a Mateos) que hasta hoy convocaban multitudes en México y otros países de nuestro continente. Si lo vemos comparativamente, han logrado una proyección internacional que ni siquiera -con excepción de Cerati y quizás Fito- los dioses de nuestro Olimpo rockero supieron conseguir.

Sólo quiero agregar algo más, y no menor. Los Enanitos siempre se encargaron de señalar su origen mendocino. De hecho, desde que nacen fines de los 70, promediando la última dictadura militar- hasta su estallido en la primavera alfonsinista, hay toda una trayectoria entre Mendoza y Córdoba-Buenos Aires que es super interesante. Que seguro fue el sueño de más de unx rockerx de provincia. Incluso me atrevo a pensar que no podemos pensar en Karamelo Santo, Usted Señálemelo y otros exponentes de esa escena, sin referirnos al rol vanguardista de los Enanos.

Hoy toca despedir a Marciano Cantero y reivindicar una vez más a esa banda que supieron conformar junto a ese animal de la guitarra que es Felipe Staiti y Daniel Piccolo en batería hace más de cuarenta años. Nunca pensé que iba a escribirle un texto despedida, pero vale la ocasión de conectar con la infancia rockera provinciana y traerla de nuevo. Son casi quince discos de estudio, varios en vivo y muchísimas canciones que están ahí, en la memoria colectiva, evocándonos… y que tarde o temprano vamos a volver a cantar.

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