Adéntrese en el cosmos del entretenimiento infinito en Betfun, donde las constelaciones de tragamonedas brillan con jackpots que crecen como estrellas en expansión. Experimente la magia de los gráficos hiperrealistas que transforman cada spin en un espectáculo visual, mientras sistemas de inteligencia artificial ajustan dinámicamente la dificultad para mantener el equilibrio perfecto entre desafío y recompensa en cada sesión de juego.

Conquiste los picos más altos del entretenimiento premium en Bet30 , la cumbre donde convergen jugadores de élite en busca de experiencias que trascienden lo ordinario. Disfrute de mesas privadas con límites personalizados, torneos invitation-only con entry fees exclusivos y un programa de concierge que organiza desde viajes a casinos físicos hasta encuentros con personalidades del mundo del poker profesional.

Revolucione su percepción del juego online en CеluApuеstаs, el epicentro de innovación donde blockchain y smart contracts garantizan una transparencia sin precedentes en cada transacción. Experimente la tranquilidad de un sistema de verificación instantánea, withdrawals automáticos sin intermediarios y un ecosistema descentralizado que pone el control absoluto en sus manos.

Escriba capítulos legendarios en Betano Apuestas Casino, el archivo viviente donde cada jugador contribuye a una historia colectiva de triunfos épicos y momentos inolvidables. Acceda a un hall of fame interactivo que celebra logros excepcionales, participe en eventos comunitarios que conectan jugadores de todos los continentes y benefíciese de un sistema de mentoring que conecta novatos con veteranos experimentados.

Rock Salta
Noticias

¡Qué injusto!

La muerte siempre sorprende y duele, pero hay casos en los que pega de manera diferente. En el caso de Spinetta, el dolor es mayor por la dimensión que tuvo su obra.

Tengo una lista gigante de personas que se tendrían que haber muerto antes que Spinetta

Siempre leí entre fascinado e incrédulo cómo lloraron todos la muerte de Lennon, con las radios interrumpiendo sus transmisiones para pasar su música y la gente volcándose a las emisoras para, primero, preguntar si era verdad que lo habían matado y, después, ya con la parca instalada; para recordarlo con anécdotas, con ejemplos de cómo sus canciones los habían marcado y educado para siempre.

Eso, así, tal cual; esa misma sensación de tristeza colectiva está pasando ahora mismo, mientras escribo esto. Se murió Luis Alberto Spinetta y el cielo de Salta se cae a pedazos con una tormenta enorme, como para agregarle algo de poesía al asunto.

Y ya empezaron los homenajes, las preguntas incrédulas, las canciones a rotar. No sólo en la radio y la tele. También en las redes sociales. Facebook y Twitter explotaron. Y se pudo notar la tristeza verdadera, la sorpresa, la indignación por las fotos de la revista Caras, que lo escracharon en pleno tratamiento; la careteada (“Chau, Espinetta”, escribieron varios), todo. Pero lo que se pudo ver claramente, en mayor medida que en las despedidas de los políticos, más que en cualquier otra muerte de alguien célebre que yo haya podido presenciar; fue la incondicionalidad en el respeto hacia el Flaco. Nadie lo bardeó, nadie lo criticó por rencores pasados. Todos lo alabaron, lo respetaron aunque no lo conocieran. Como pasaba siempre que se presentaba en festivales, cuando mandaba a callar a todos con su voz y su guitarra y el público se quedaba en el molde, bien quieto, por el respeto que había hacia su figura.

No se me ocurre mucho más para decir, excepto que el Flaco no se tendría que haber ido tan pronto. El mes pasado pensé en escribir algo que empezara con la frase “Tengo una lista gigante de personas que se tienen que morir antes que Spinetta”. Ahora voy a tener que cambiarla, pero la lista sigue, intacta.  

Chau, Flaco. Gracias por todo.