Coberturas

Raros peinados nuevos

Tremor presentó Proa, su último disco, en el Centro Cultural Konex, de Buenos Aires. Una nueva experiencia musical que invita a abrir la cabeza.

Foto de Ian Kornfeld

Primera lección: en el barrio vecino a la vanguardia musical argentina, Tremor se pronuncia “Trémor”. El grupo, más bien un trío, estuvo el viernes 20 en el Centro Cultural Konex. Allí presentó Proa, su último disco, y vale la pena detenerse a compartir algunas impresiones.
 
De Bajofondo (en tanto legitimación mainstream de un espacio que viene en gestación mucho antes) para acá, es recurrente en el ambiente musical argentino la presencia de ciertos grupos y solistas, que con un pie en la música popular y con otro pie en elementos propios de la vaguardia, desarrollan una propuesta original y con un importante potencial de exportación. Podría pensarse en Juana Molina, Lisandro Aristimuño, Tonolec y claro, los Tremor.
 
Algún ortodoxo desprevenido podría cuestionar la presencia de una banda de post folclore o folclore digital en este espacio, pero no. El rock no se trata sólo de un formato que podría representar todo lo contrario, incluso. Y de actitud rockera, Tremor tiene, y bastante.
 
El trío, instrumental en un 90%, tiene en Leonardo Martinelli a su principal compositor, ejecutante de guitarra, charango, ronroco y ese instrumento bastante familiar para quienes hemos crecido mamando el folclore norteño, pero demasiado exótico para el público porteño: la “sacha guitarra”, híbrido entre el violín y mandolina armado sobre la base de una calabaza como caja de resonancia, creado por el gran Elpidio Herrera. Como traído de alguna fantasía electro punk aparece Gerardo Farez con su arsenal digital: laptop, teclados y otros dispositivos de música electrónica. Y completa el trío, en el bombo legüero, Camilo Carabajal, hijo de una gloria del folclore santiagueño, el Cuti. Camilo, que supo venir a Salta hace muchísimo tiempo tocando con el dúo que integran su tata y Roberto, tiene gran parte de su vida vinculada a Europa: nació allá, y pasó parte de su adolescencia. Un off the record con Mario Teruel, de Los Nocheros (charla de aeropuerto sobre Tremor), corrobora: “Claro, cuando llegó Camilo era changuito, no sé si venía de Holanda, Alemania, por ahí.”
 
El set de la banda estuvo centrado en su disco reciente, con algunos temas conocidos de los anteriores. Y ahí vale la pena detenerse. Antes que nada, se puede decir que es una banda que suena demasiado contundente en vivo, y que logra mixturar, sin mayores complejos, las rítmicas propias del mundo del folclore con las de la música electrónica más áspera. La corporalidad de cada uno también es clave. Leonardo actúa como el cerebro, el que lleva el hilo conceptual, la melodía sencilla. Gerardo aporta un sentido electrónico que por momento transporta a Prodigy… mientras, suena una chacarera. Y Camilo, tocando sólo bombo, plantea un agite terrible, invitando constantemente a la interacción con el público.
 
La presentación tuvo momentos de alta musicalidad con los invitados. Chancho Vía Circuito aportó su voz para plantear una selección de coplas recopiladas por Leda Valladares. Y esa princesa quebradeña que es Micaela Chauque aportó su voz casi mántrica para “Huella”, corte de difusión de Proa.
 
Un excelente show, en un Konex con entradas agotadas. Vale la pena detenerse a bucear en experiencias musicales. Tan sólo es cuestión de abrir la cabeza.