Despedimos a Tony López, amigo, colega y compañero. Su trabajo con las bandas locales fue fundamental.
Si Tony estuviera escribiendo su propia despedida, creo que empezaría señalando el barrio, su lugar… el Oeste salteño que tanto reivindicaba y que ponía como una marca a fuego en su autopercepción. También habría lugar para Cafayate, su otro terruño. Creo que también renegaría de haberse muerto un 7 de junio, porque si bien no podemos negar su aporte al periodismo cultural, a él le molestaba muchísimo que le digan “periodista”, no se asumía como tal.
La figura de Tony es clave para entender un pedazo de cultura popular de Salta y el NOA: en su haber estaba una de las colecciones más grandes de discos de rock argentino de la provincia, pero más aún, un repositorio de material del rock salteño que ni el propio Estado provincial tiene. Si hubiera un Museo del Rock Salteño, seguro tendríamos la Sala “Héctor Antonio Lopez”.
Mi registro no es riguroso ni exhaustivo, ojalá en lo coral aparezcan más cosas; compartimos tres años de radio y muchos espacios discontinuos y diversos a lo largo de un cuarto de siglo. Fuimos compañeros en los comienzos, tomamos bondis equivocados y desde hace un par de años pudimos volver a dispensarnos diálogo y respeto mutuo. Justamente fue el programa de radio La Balsa el que le dio un nombre y un lugar en la escena local. Con un par de “pilotos” en la FM Cerebro a fines de 1997, el programa tendría su primer ciclo y varias temporadas a partir de 1998 en FM Radio Universidad (Tony por esos años estudiaba Historia en la UNSa), donde pasaron muchos colaboradores: el reconocido analista político Daniel Ávalos, el productor de espectáculos Hugo Leyes, y quien escribe estas líneas estuvimos al principio, pero después pasaron muchos náufragos más. El programa luego paseó por varias emisoras, cerrando en FM La Plaza -acaso un hogar más – y finalmente en Radio Dinamo, donde se emitió hasta hace poco tiempo. Tony también tuvo su incursión en diario El Tribuno, colaboró para Rock Salta, fue parte de algún experimento televisivo y se dio el gusto de escribir un libro dedicado a Perro Ciego.
Sin embargo quiero volver a pensar la figura de Tony poniéndonos música y las voces de sus protagonistas en nuestra radio: porque La Balsa tiene el mérito de ser el primer programa conceptual de rock en un momento de la radiofonía donde sólo tenían lugar los éxitos, y desde luego que reconocemos a otros, como Pablo Pandolfi, por citar algunos. Pero por la propuesta conceptual, el paseo por todos los géneros, por los registros en vivo, por el metal, por los precursores (el ADN), y con las puertas siempre abiertas para las bandas locales, ese programa de radio fue inédito en un momento previo al mp3 y donde streaming era una palabra inexistente.
El equipo de La Balsa también tuvo eso de ir a las conferencias de prensa, entrevistar a las bandas que visitaban Salta y -cuando los costos fueron razonables- hacer telefónicas con músicos de otras provincias. No se imaginan las gestiones que había que hacer en 1999 para que la UNSa te libere la línea de larga distancia por cinco minutos y te permita llamar a un Botafogo, por citar un ejemplo.
Su faceta productor-gestor-promotor nos acercó a varias bandas como Árbol, La Mancha de Rolando, El Soldado, La Yugular, Perro Ciego y muchas más que tocaron en Salta para los cumpleaños de La Balsa. También le debemos la visita de Rocambole, alguien con quien Tony hizo grandes migas. Hace poco, Ariel Minimal comentaba en una publicación de Rock Salta, cuando se informaba de su delicado estado de salud. Y así como el líder de Pez, son muchxs lxs músicxs de la escena nacional que reconocieron su laburo.
Hoy el rock salteño pierde a un referente, y más allá de nuestra humanidad, son momentos como estos donde hacemos un balance desde el lugar más lindo para hacerlo: el cuore. Y creo que somos muchxs lxs que cerramos este 7 de junio con un lagrimón bajando por nuestras mejillas. Quedarán innumerables anécdotas que repetiremos hasta el hartazgo.
Se fue Tony, el de “Si no entra toda mi gente, yo no entro…” a la puerta de un recital donde buscaba hacer pasar a quince amigxs; el de “Esto es un mero trámite burocrático…” al momento de rendir un examen en la UNSa, y el que siempre predicó que “Así es el rock…”.
A mí me queda un sabor amargo, porque no celebro ni romantizo la muerte rockera. Pero, me guste o no, Tony se va en la suya. Como vivió.
Diego Maita y Tony López, a fines de los 90.