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Velorio anticipado

kurt cobain

Se cumplen 17 años del Unplugged que grabó Nirvana, un concierto que pasó a la historia. RS te invita a recordar y te cuenta sobre ese trabajo.

federico anzardi Por Federico Anzardi – fanzardi@rocksalta.com

Durante el otoño (boreal) de 1993, Nirvana salió a tocar las canciones de In Utero, su flamante tercer disco de estudio, que a pesar de no contar con el mismo éxito comercial de Nevermind, había superado las expectativas y posicionaba al grupo en un escalón más alto en la consideración de los críticos y el público.

 

La gira fue de menor a mayor. Kurt Cobain estaba nervioso y paranoico por lo que pudiera escribir la prensa. Era la primera vez que Nirvana actuaba en grandes escenarios (los minúsculos shows de presentación de Nevermind habían sido planeados antes de que el álbum llegase a la cima), y como nunca antes los ojos iban a posarse sobre él, el bajista Krist Novoselic y el baterista Dave Grohl.

 

A medida que los recitales transcurrieron, la banda se fortaleció con noches memorables que comenzaban con un mini concierto de los Meat Puppets, la banda de Curt y Cris Kirkwood, de la que Cobain era fanático. Para esta gira, Nirvana había sumado a Pat Smear, el ex guitarrista de The Germs, que ayudó a mejorar la relación entre Novoselic y Cobain, deteriorada por la adicción del cantante a la heroína.

 

Durante los shows, la banda seguía siendo la aplanadora caótica que siempre fue. Cobain improvisaba solos demenciales y desgarraba su garganta en cada canción; Grohl, que apenas tenía 24 años en ese momento, demostraba que las horas que había pasado encerrado en su habitación tratando de imitar a John Bonham habían valido la pena y Novoselic continuaba siendo el kilométrico bajista que no se detenía ni siquiera cuando su instrumento lo noqueaba frente a todos.

 

Una vez comenzado el tour, el grupo fue agregando canciones a la lista. Así empezaron a sonar covers como “Jesus Doesn’t Want Me for a Sunbeam”, de los escoceses The Vaselines; y “Where Did You Sleep Last Night”, un estándar del folk estadounidense.

 

En ese contexto, Nirvana viajó a Nueva York para su MTV Unplugged. Todo lo bueno logrado en la gira se perdió cuando los días transcurrieron sin que los músicos pudieran completar un solo ensayo antes de la grabación. Cobain solía tirarse abajo incluso en las paradas menos exigentes del grupo, por lo que su humor no fue el más positivo a la hora de encarar el acústico, que se grabó el 18 de noviembre de 1993 en los estudios Sony Music.

 

Para la ocasión, Cobain exigió a los productores que ambientaran el lugar con lirios y velas, como si se tratara de un funeral. La decoración no fue la única referencia a la muerte que el músico eligió esa noche: casi la mitad de las canciones interpretadas en el show hacían alusión al asunto.

 

El concierto comenzó con “una canción que está en nuestro primer disco, que la mayoría de la gente no conoce”. Era “About a Girl”, la canción que Kurt escribió para su ex novia Tracy Marander, y que fue publicada en el ignorado Bleach, de 1989. Aún hoy, muchos creen que Nevermind es el debut discográfico de la banda.

kurt cobain

 

Luego llegó “Come As You Are”, que resultó ser el único hit que la banda interpretó esa noche. Ni “Lithium”, “In Bloom”, “Sliver” o “Smells Like Teen Spirit” aparecieron en el Unplugged, dejándole el lugar a composiciones oscuras y a covers inesperados.

 

“Esto fue escrito por The Vaselines”, anunció Cobain antes de hacer “Jesus Doesn’t Want Me for a Sunbeam” y provocar la primera sorpresa de la jornada: el grupo que había desbarrancado al hard rock ochentoso con una avalancha de actitud punk interpretaba un tema góspel ¡con acordeón!

 

“Les garantizo que voy a echar a perder este tema…”, advirtió Kurt, demostrando en público su habitual pesimismo, e inmediatamente tocó el riff de “The Man Who Sold The World”, un clásico que perteneció a David Bowie hasta ese momento, porque luego de la versión de Nirvana, la canción cambió de manos para siempre.

 

Uno de los momentos más inolvidables llegó con “Pennyroyal Tea”, que Cobain interpretó en solitario con su guitarra, tras decidir en el escenario que lo haría de esa manera. Sus compañeros respiraron aliviados: no habían podido ensayar correctamente la canción y su confianza no era la mejor. A pesar de lo que muchos creían, Cobain deslumbró con su interpretación, dotándola de una vulnerabilidad pocas veces vista en los conciertos del grupo.

 

“Dumb”, “Polly”, “On a Plain” y “Something in the Way” siguieron en la lista. Canciones para nada compatibles con el canal para el que grabaron y absolutamente ninguneadas (hasta hoy inclusive) por las radios y las listas de éxitos.

 

Inmediatamente después llegaron los teloneros de la gira, que esta vez hacían las veces de invitados: los hermanos Kirkwood subieron al escenario para hacer tres temas propios, cantados por Cobain. “Plateau”, “Oh, Me” y “Lake of Fire” se convirtieron en clásicos automáticos para los fanáticos de Nirvana y en las canciones más conocidas de la historia de los Meat Puppets. Cobain estaría feliz: su intención de promocionar a los Kirkwood funcionó con creces.

 

Antes de “All Apologies”, Kurt preguntó al público: “¿Algún pedido?”. Cuando empezaron a llover las peticiones, Kurt fue negándose amablemente a todas, quizás disfrutando de estar haciendo exactamente lo que nadie esperaba.

 

Antes de la última canción, cuando los pedidos continuaban, Cobain soltó un “Váyanase a la mierda, ésta es la última”. Lo dijo de un modo que resultó gracioso para todos. Los nervios se habían disipado un poco, pero no completamente. La versión de “Where Did You Sleep Last Night” fue el cierre perfecto para el show, con Kurt quebrando la voz y suspirando en la última parte del tema, que logró el momento de mayor intensidad de la noche.

 

Tras los aplausos, Cobain se refugió nuevamente en su pesimismo, contradiciendo a todos los que lo felicitaron por su inolvidable actuación. Delante de todos, se mostró molesto, inconforme con lo que había hecho, negándose a reconocer que había liderado uno de los conciertos más memorables de los 90.

 

Una vez alejado de sus compañeros de grupo, de los productores, los asistentes y los curiosos; acompañado sólo por una íntima amiga, Kurt tuvo que reconocer que ésa vez ni él se creía su postura pre emo punk, y dijo: “Estuve de puta madre, ¿no?”.

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