Fue en Cemento en mayo del 87. Un recital que pasó a la historia, con temas inéditos y momentos inolvidables.
El sábado 23 de mayo de 1987 ocurrió un encuentro histórico en Cemento, el reducto comandado por Omar Chabán. Allí, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota compartió escenario con Luca Prodan. El líder de Sumo subió para improvisar una furiosa versión de “Criminal Mambo”.
El show pasó a la historia como uno de los piratas más celebrados de los Redondos. Se escucha grabado de consola, plagado de hits e inéditos interpretados con la contundencia rockera que iba a caracterizar esos años venideros de la banda. Ya se percibía un sonido menos dark, menos new wave, con la guitarra cruda de Skay y la voz cada vez más filosa del Indio. Un estilo que se iba a profundizar en los discos Un baión para el ojo idiota y ¡Bang! ¡Bang! Estás liquidado.
No era la primera vez que la voz de Sumo compartía escenario con Patricio Rey. Se sabe que Luca y Pettinato alguna vez comandaron un show ricotero ante la ausencia de Solari. Pero es el único documento sonoro que registra un encuentro entre el Indio y Luca. Se los puede escuchar a ambos en la intensa versión de “Criminal Mambo”.
El concierto en general es histórico, con un comienzo letal con “Divina TV Führer” y un grito que iba a esperar más de treinta años para ser retomado. “Soldaditos, bravos muchachitos”, decía el Indio, una frase que iba a rescatar para titular su disco solista Pajaritos, bravos muchachitos, de 2013.
Los Redondos venían de un parate de varios meses que había abarcado todo el verano del 86. Eran épocas de cambio. Es uno de los últimos recitales de Willy Crook como saxofonista y de Tito Fargo como guitarrista. También es el momento de presentar temas viejos, nuevos y otros que nunca dejaron de ser inéditos. Así pasan “Cua cua amén”, “Un tal Brigitte Bardot”, “Roto y mal parado”, “El hombre eléctrico” y muchas canciones que iban a ir a parar a Un baión…
La aparición de Luca se daba en plena grabación de After Chabón, el último disco de estudio de Sumo. Quedaban pocos meses para el fallecimiento del cantante italiano, que en Buenos Aires ya era una leyenda viva a pesar de que llevaba apenas cinco años como habitante de la gran ciudad.