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Rock Salta
Foto: Carolina Vera
Coberturas

Ciro y Los Persas en Salta | Añoralgias

En un Estadio Delmi con entradas agotadas, el solista más convocante del rock argentino hoy, dio un show de más de dos horas.

Luego de mucho tiempo el Estadio Delmi volvió a vestirse de rock. Y no sólo eso: más allá de que los memoriosos recordamos algún par de shows con más público, el recital de Ciro y Los Persas colgó el cartel de Sold Out. Más de 5.000 personas se concurrieron a la cita en calle Ibazeta y el encuentro fue una fiesta total.

Cuando el reloj dio las 21 aparecieron en escena Livelli y Los Saravia, en formato dúo peñero para abrir la noche: fueron seis canciones propias y un cover. El cantor con su guitarra, y el ladero tocando el bombo… ¡hay que bancarse ese escenario caliente, con miles de personas sedientas de rock!

Algo a destacar es que el show tuvo una fuerte impronta folclórica, abriendo el set con “Polino” (aire de chacarera), cerrando con “Luna Cautiva”, una añeja zamba del Chango Rodríguez. En el medio pasaron “Netflix”, “Bailando en el infierno” y otros temas de su autoría. Bien por “El Jefe”, estuvo más que a la altura de las circunstancias. Buena parte del público acompañó cuando pudo, aunque algunos empezaron a mostrar su ansiedad sobre el cierre.

Formato peña para Livelli y Los Saravia en la previa. Foto: Carolina Vera.

Faltando dos minutos para las 22, comenzó el plato principal de la noche y con ese riff que recuerda tanto a AC/DC, el show arrancó con “Banda de Garage”, del álbum debut de 2009. Así, vino una seguidilla de veinticinco canciones que transcurrieron entre el repertorio solista de Ciro y casi una decena de clásicos de Los Piojos. De manual, sin sorpresas.

Promediando la primera mitad, Andrés Ciro presentó a su guitarrista Juan Manuel Ábalos, nieto de Machingo, histórico integrante de ese quinteto folclórico santiagueño de renombre mundial que fueron Los Hermanos Ábalos. Esto dio pie para el segundo momento roots de la noche, con una improvisación chacarerística a pura guitarra y loopera donde pudimos reconocer, al menos, frases de dos clásicos de la capital nacional de la siesta, ”La de los angelitos” y la “Chacarera del rancho”.

Fuera de este momento, no está de más destacar a toda la banda, ajustadísima y de una precisión y pericia imposibles de desconocer. Los Persas son una orquesta de rock que no tiene nada que envidiar a esas bandas que a veces acompañan a “cabezones” de talla mundial y vemos en los suplementos de las revistas especializadas.

Unas notas para el público: heterogéneo en edades, desde cincuentonxs hasta niñxs a upa de adultxs a cargo, hubo una mayoría abrumadora de mujeres. El clima fue de fiesta, con esos reposos en plan balada aullados a flor de piel y un par de estallidos en pogos oceánicos, donde nadie zafaba.

Hay algo así como una pretensión eternamente juvenil del rock, y en relación a eso, más de la mitad del público colmó el estadio de calle Ibazeta apenas si había cambiado quizá un diente de leche cuando Los Piojos visitaron el Centro Policial Sargento Cabral en 2001. Por otra parte aquellxs testigos de esa noche, que fueron con las ganas de cantar alguna de Los Piojos, quizá para volver en el recuerdo a aquellos tiempos, tuvieron una cita con el reloj.

Pasó Ciro por Salta. Un show impecable, de fórmula, sin sorpresas. Casi una misa.

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