Discos

Livelli y Los Saravia – Sobre coplas y deseos (2021)

Llega a las plataformas digitales el segundo disco del actual proyecto de Emiliano Livelli.

De un tiempo a esta parte, nadie discute el lugar de Emi Livelli en el rock salteño de la última década: de aquellos proyectos adolescentes, pasando por Teddy Krueger, Bort, su etapa porteña con Radio Tribuna y llegando al actual, Livelli & Los Saravia, tiene una interesante obra acumulada que es referencia necesaria.

Así, no sorprende que Sobre coplas y deseos sea un disco tan heterodoxo, con los pies en varios platos. Lo que en términos de una industria que a veces busca focalizar demasiado en la fórmula y el microgénero, acá resulta una muestra de algo que debería nombrarse como un punto intermedio entre la demostración de autoestima y el ejercicio de la soberbia. Ya sé, quizá se quedaron pensando que la soberbia siempre está mal.

El arranque es una decisión polémica: “Argentina” no es una introducción al concepto desde lo musical, aunque quizá sí puede funcionar, si nos imaginamos un espectáculo de music hall, como invitación a presenciar la obra. Quizá también sirva para desdramatizar el patrioterismo que siempre creemos escuchar en una canción que dice muchas veces el nombre de un país. La canción cuenta con la participación de Popa, quien comparte los créditos de letra y música.

Yo creo que el disco empieza en el segundo tema, “Diferencias”, donde de alguna manera se pone en tensión la ética chalchalera que a veces sobrevuela -al menos como cliché- alrededor del concepto del proyecto. Es que un discurso de Néstor Kirchner en el medio de una obra (el de aquella histórica jornada de «No al ALCA» en 2005), puede caer muy mal a cierto sector que comulga conceptualmente con el modo Saravia de ver la vida. Y no obstante este señalamiento, esta invitación a bancarnos, a cerrar grietas, y aprender a acordar, es algo que hay que celebrar. Musicalmente la canción empieza a mostrar un clima de guitarras brit que trasuntan la obra, y en el arranque es un viaje al Soda Stereo de fines de los 80.

Es inevitable detenerse en “Comiendo carbón”, canción que viene rotando muchísimo y bien que así sea. En alguna entrevista radial, Felipe Romeo, el coequiper autoral de Livelli, conocido como Felo Juan, iba al sentido de la expresión, cargada de melancolía y dolor. Quizá ya no se use tanto, pero en algún momento las pastillas de carbón y el pan quemado eran un alivio para ese momento en el que “se nos afloja” y vamos mucho al baño. Es una canción hermosa, fogonera y que va a quedar en la memoria musical y emotiva de quienes curtimos rock de acá.

Otro gran momento del disco, quizá el que más me gusta, es “Ven hacía mí”, el track 6. Logra esa hibridez entre lo urbano y lo tradicional, lo moderno y lo altiplánico. Es un reggaetón analógico, pero no puedo dejar de oir un groove de huayno desde el primer beat. La intro en teclado (al menos las primeras cinco notas) no deja de recordar a “Tren del cielo”, de Soledad, una de las escuchas adolescentes de Livelli. Nota aparte para Feli Colina, que cada día canta mejor y es coautora. Hay un gran mérito en la conjugación lograda, que marca una vara de calidad y producción para la escena local.

Algo a destacar en relación a la heterodoxia referida es la incorporación de dos ritmos tradicionales en el disco: “La de Tres Cerritos”, una zamba carpera (en Fa#m) que inicia con la tradicional “prim” a lo Juan Carlos Saravia, y “Chacarera del cansado” (en Lam). Ambas piezas respetan cabalmente la estructura rítmica del folclore bailable y están orquestadas en bombo y guitarra, sin modernidades nocherosas. La chacarera es bien rústica, ni un “punteo” tiene. Hay algo que no quiero dejar pasar: más allá que gusten o no (a mi sí me gustaron), Livelli toma una posta que casi ni en el mismo palo del folclore sucede y aporta a la renovación del repertorio popular en clave tradicional.

Sobre coplas y deseos es un disco de esos pocos que buscan vincular el rock con las raíces, en clave salteña. No sólo desde la música, sino desde la gráfica y la propuesta integral. Quizá tengamos antecedentes en otras búsquedas estéticas, como Invocación a los Pájaros de Gardenia, o El canto hereje, el tributo al Cuchi Leguizamón que motorizamos desde Rock Salta. Hay un gran mérito ahí, una clave que no es nueva pero que acá poco se ejerce. También quiero destacar la ejecución de la banda, integrada por Pablo Gorostiague (bajo y teclados), José “Miliki” Burich (guitarra), Martín Misa (batería), Santiago Zannier (bombo legüero y teclados). Se nota el oficio de cada uno de los músicos y la construcción de un sonido que empieza a hacerse sello distintivo.

El disco fue grabado en Eko Estudios (Vaqueros), mezclado por Diego Mamaní, y masterizado por Daniel Ovie en Ovie Mastering. El arte de tapa, que retoma la estética de algunos productos que se compran casi exclusivamente en el Mercado San Miguel, estuvo a cargo de Inti Patrón.