Entrevistas

Diego Boris | “Con la tranquilidad de la tarea cumplida”

Dejó su cargo, el primero en el Instituto Nacional de la Música, después de ocho años. En este diálogo con Rock Salta, analiza su gestión y habla de los objetivos futuros.

Fotos: Prensa INAMU

Diego Boris dejó de ser el presidente del Instituto Nacional de la Música (INAMU) tras ocho años en el cargo, la misma cantidad de tiempo que tiene el organismo que él ayudó a fundar. Los salteños conocemos muy bien su recorrido. Nuestra provincia lo recibió cuando el instituto todavía no existía y Diego estaba al frente de la Unión de Músicos Independientes (UMI) junto a Cristian Aldana. Los dos viajaron miles de kilómetros durante la década pasada y la anterior para que los músicos y músicas locales conocieran algo más de sus derechos como artistas e interpretes. Si hoy en día exísten asociaciones como MIAS (Músicos Independientes Asociados de Salta), una buena porción es gracias a ese trabajo.

La creación del INAMU fue quizás el punto más alto de esta lucha que Boris protagoniza desde hace años. Ese es el marco en el que se da la siguiente charla con Rock Salta, donde se habla de balance y se reflexiona de cara al futuro.

– Arranquemos por tu sensación de salida.
La sensación que a mí me queda es, en algún sentido, de tarea cumplida, viste. En una etapa que resultó ser fundacional en muchos sentidos. Si bien uno sostiene que nada empieza cuando uno llega ni termina cuando uno se va, en el caso nuestro nos tocó generar organizaciones donde no la había. Por ejemplo, en el año 2000 decidimos juntarnos y crear la Unión de Músicos Independientes. En el año 2008, 2009, nace una herramienta de segundo grado a nivel federal, la Federación Argentina de Músicos y Músicas Independientes. Luego, trabajar en distintos proyectos de ley: la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, donde se consiguieron fondos para lo que luego sería el Instituto Nacional de la Música. Participamos también en lo que es Bamúsica, una ley de CABA para fomentar la actividad musical en vivo. Participamos también en lo que es la creación del Instituto Nacional de la Música a través de la ley que se aprobó en el 2012. En el 2014 impulsamos la ley que instala el Día Nacional de la Persona Música. Fueron procesos en los que nos tocó recuperar lo que era el impulso de juntarse en la actividad musical.
Hoy, ocho años después de haber asumido la conducción del INAMU, puedo decir tarea cumplida en términos de que ya existe el organismo, se logró demostrar un par de conceptos que se podían llevar a la práctica, como el federalismo institucional. La aprobación de la gestión del INAMU la tiene la asamblea general, que son los representantes de cultura de las 24 jurisdicciones. 23 provincias y CABA. Tuvimos una aprobación por unanimidad en las siete asambleas. Poner en práctica el federalismo asociativo territorial a través de los consejos regionales, donde los que deciden quiénes son los beneficiarios de prácticamente el 80 por ciento del dinero que distribuye el INAMU son representantes de asociaciones que tienen personería jurídica en alguna provincia que integra la región, con lo cual logramos que haya un protagonismo muy grande y que la decisión no esté en manos de un jurado que viene a veces de los grandes centros urbanos, sino que sean los mismos músicos y músicas que se organizaron en cada una de las provincias. Eso es un hecho muy importante porque la actividad musical organizada, cuando tuvo la responsabilidad y tiene la responsabilidad de elegir beneficiarios, no fue por el lado del amiguismo sino que eligió a conciencia. Eso hizo que en estos ocho años no haya habido ni una sola denuncia con respecto a favoritismos, a subsidios mal entregados. Se llevó adelante esto que se planteaba cuando no estábamos en el instituto, que era darle protagonismo a la actividad musical organizada. Esos dos conceptos, federalismo institucional y federalismo territorial asociativo, son dos de las situaciones que generó el INAMU.

– Antes del INAMU ibas por las provincias hablando, fomentando la necesidad de la unión de los músicos, y a partir de esas charlas se crearon varias organizaciones. ¿Qué es lo que se ve en las provincias después de la gestión del INAMU?
Sí, en lo asociativo se arrancó en el 2000 y en el 2003 ya estábamos viajando a Entre Ríos, que fue la primera provincia que viajamos. Viajamos a diferentes lugares no para transmitir literalmente cómo fue el proceso de la UMI, pero sí para poder acompañar en la experiencia y también poder compartir los beneficios que había logrado la UMI en ese momento con los convenios. Se fueron generando asociaciones en distintos lugares del país y hoy en día sólo en la FAMI hay 35 asociaciones de músicos y de músicas de distintos lugares del país. El INAMU articula con 75 asociaciones. La mayoría de músicos y músicas independientes, pero también sindicales. En los consejos regionales participan 75 asociaciones. Los consejos regionales son seis, uno por cada región cultural. Claramente fue un momento en el que los músicos y músicas nos decidimos organizar. Comprendimos que era el momento donde lo de salvarse solo ya no funcionaba. Por eso nos juntamos, para poder dar una respuesta colectiva a los problemas comunes.

– Entre otros episodios que se destacan de tu gestión también está la recuperación del catálogo de Music Hall.
Hubo varios ítems que fueron marcando la relación con otros sectores de la actividad musical. La recuperación fue uno. La señal que se dio fue «¿Para qué se recupera el catálogo?». No era para dárselo a las multinacionales o para hacer un negocio propio, sino que era para dárselo a los intérpretes principales de esas grabaciones, que durante veinte años, como ese catálogo quedó en una especie de limbo judicial, en depósitos, impidió que esos discos salgan, que se puedan difundir, distribuir, vender. Fueron veinte años de invisibilidad de ese catálogo, que era tremendo. Desde el primer disco de Los Gatos Salvajes, con Litto Nebbia en su primera grabación, pasando por Arco Iris, los diez primeros discos de León Gieco, Billy Bond y La Pesada, Pappo’s Blues. Miguel Cantilo, Rada, Serú Girán, Miguel Mateos y Zas, Raúl Porchetto. Realmente un catálogo tremendo que quedó invisibilizado. También Piazzolla, Eduardo Falú, Leopoldo Federico, un catálogo increíble. Logramos recuperarlo para darles a los intérpretes principales la licencia y ayudar también a que algunos discos salgan con reediciones que inclusive superaban la edición original, como los primeros discos de Serú GIrán, Metegol de Raúl Porchetto, el primer disco de Litto Nebbia con Los Gatos Salvajes, la antología de Daniel Toro. Varios discos que hemos apoyado para que salgan y otros que han logrado generar convenios y que también han salido en vinilo en buena edición, como los discos de Arco Iris, los de Pappo’s Blues, los de Billy Bond y La Pesada, los de Kubero Díaz. Es como que algo que parecía que iba a quedar ahí eternamente en un litigio judicial, volvió a tomar vida y encima fue un muy buen negocio para todas las partes intervinientes. Para la gente que lo editó, para los músicos que cobraron regalías como nunca antes habían cobrado, para la sociedad, que pudo acceder a un material que antes lo tenía vedado, así que muy contento con esa recuperación. Esa fue una de las tantas acciones que hemos hecho con el INAMU.

– ¿Cuáles otras destacás?
Si hablamos de formación, el INAMU ha editado manuales de formación de la actividad musical, como de derechos intelectuales, para que los músicos conozcan de derecho de autor, de intérprete, de productor fonográfico, antes de firmar contratos que los puedan perjudicar. Eso tuvo su repercusión a nivel regional. Y se ha sacado el Manual Interamericano de Derechos Intelectuales con trece países de Iberoamérica. También herramientas de autogestión. Todo material que sirve para que podamos hacer mejor lo que ya veníamos haciendo, con consejos de personas que ya sea en su práctica o en su nivel académico tienen muchísima trayectoria. Luego se han hecho ediciones de homenaje, lo que se llamaba en otros lugares del mundo «songbooks», con partituras, canciones, letras. Ahí se ha hecho la obra del Cuchi Leguizamón, la de Luis Alberto Spinetta, la de Leda Valladares. También canciones del movimiento trans y charlas de formación en las 24 jurisdicciones de nuestro país a nivel presencial. Eso también es otra pata fuerte, la parte de formación. Y luego se han hecho convenios para mejorar las condiciones en las cuales se desarrolla nuestra actividad. Convenios, por ejemplo, por pasajes, para tener el 40 por ciento de descuento en viajes de mediana y larga distancia, que es muchísimo. Subsidios que se han dado todos los años. Aproximadamente mil subsidios a la producción. Ya sea fonográfica, de música en vivo o videográfica. El circuito estable de música en vivo, hay unos 70 espacios en todo el país con seguridad escénica: desfibriladores, cursos de primeros auxilios, prevención de riesgo escénico, que durante la semana o el fin de semana, se hacen shows con condiciones ventajosas para los grupos y solistas. Política de fomento de la música argentina en el exterior, convocatorias para que los músicos puedan viajar y mostrar lo que hacen en diferentes ferias y mercados. Y así, varias acciones y proyectos que hicieron que los músicos vayan confiando en este órgano.

– ¿Cuál fue la evolución del Instituto en estos años?
Arrancamos sin nada, literalmente. Con Celsa Mel Gowland como vicepresidenta. Con nuestros sueldos alquilábamos un lugar, que era como una especie de departamento, tipo PH, de tres habitaciones. Fuimos sacando dinero de esos dos sueldos para comprar computadoras, y sostener cinco o seis personas que colaboraban en el inicio del INAMU. Luego, ya con ingreso de fondos y fondos propios, nos pudimos mudar a la sede de Balcarce, que era un poco más grande, alquilada, y luego, recuperamos los fondos en el 2017. Fondos que habíamos iniciado la recuperación en el 2014, cuando arrancó la gestión, que tiene que ver con la ley de medios. Porque la ley de medios empieza a generar fondos en el año 2010 y el INAMU arranca en el 2014. Empieza a tener fondos que se empiezan a cobrar en el 2016, 2015. Esos fondos, del 2014 al 2016, se lograron recuperar y así pudimos comprar la sede en el 2018, que hoy en día está frente a la Plaza Congreso. Esa sede ya está comprada. Es bueno remarcar que al INAMU no le aprueba la gestión el Poder Ejecutivo, sino que la aprueba una asamblea federal integrada por los 24 representantes de Cultura de las 24 jurisdicciones.

– Hay políticos, muchos de ellos hoy en crecimiento en las encuestas, que dicen que organismos como el INAMU., el INCAA o incluso la Agencia Télam no sirven para nada. ¿Qué respuesta hay que darles?
Esa es una mirada que se tiene desde la lógica del individualismo, la competencia, la depredación. Uno no está de acuerdo con esa lógica que dice que sólo tiene que existir lo que la lógica de mercado dice que es exitoso. Y así en todo: en los productos que se venden, etc. Para nosotros, que hacemos cultura, no puede ser que un país tenga una cultura que la lógica del mercado determina. Porque la lógica de mercado está fuertemente condicionada por los medios de comunicación masivos. Nadie puede elegir lo que no conoce. Y si no lo conoce es porque no fue difundido y mucho menos si tiene dificultades muy concretas para producirse. Entonces, nosotros no decimos que hay que subsidiar todos los proyectos culturales, porque hay un impulso en la autogestión que tiene que existir, pero sí las herramientas para facilitar mecanismos que permitan que eso se concrete. No es lo mismo subsidio total que subsidiar una parte del proceso productivo. Eso es a lo que uno apuesta, a solucionar parte del proceso productivo que permita que haya una gran producción cultural. Y no olvidar que un músico independiente que produce un disco está generando lo que es un patrimonio cultural de una sociedad. No hay que olvidarse de eso, que hay un patrimonio cultural que tiene una sociedad producto del esfuerzo muchas veces en soledad de los artistas. A ese esfuerzo hay que acompañarlo con herramientas. A veces es el Estado en forma directa, pero a veces es el Estado dando herramientas a la sociedad, como son estos institutos, para poder hacer política cultural. Por eso, hay veces que cuando se habla de la lógica de mercado como único regulador de la vida económica, cultural y social de los países, claramente se la ve desde un lugar donde la competencia es como el dios a adorar. El que gana tiene todos los beneficios y el que pierde no. Y así te da una sociedad que tiene más que ver con la depredación que con otros valores que por lo menos los que estamos en cultura queremos transitar. Los valores de la solidaridad, del crecer juntos. El que genera más esfuerzo y tiene más compromiso y practica más va a tener un desarrollo mejor, pero no con el nivel de competencia que plantean algunos sectores, porque claramente esa competencia está asociada a la depredación.

Diego Boris, Litto Nebbia y Celsa Mel Gowland durante la presentación de la reedición del disco de Los Gatos Salvajes

– ¿Cuáles son los objetivos que tiene el Instituto a mediano plazo?
Seguir creciendo en el circuito estable de música en vivo. Para que sea una base de una segunda ley que pueda escalar las mejoras laborales y la inclusión social a la gran cantidad de artistas que hoy en día están en una situación precaria. Veníamos muy bien, la pandemia frenó el proceso. Seguir con esto de tener más espacios en el circuito estable de música en vivo, lograr implementar el circuito universitario de música independiente, el circuito radial de música independiente, para poder tocar en universidades y poder formar público. Poder tocar en las radios comunitarias como circuitos también. Ir creciendo en fondos para seguir fomentando y mantener el programa de TV del Instituto, Unísono. Y tal vez en algún momento tener un canal propio. Generar las herramientas que permitan fomentar a la mayor cantidad de grupos y solistas del país. Siempre dejando claro que el Instituto no se mete en el ejercicio de la libertad artística de cada uno de esos grupos, sino que es un órgano de apoyo y de fomento. En el último tiempo nos metimos con una propuesta para el sistema educativo con el álbum manual de figuritas de la música argentina.

– ¿Cuál va a ser tu futuro?
Siempre voy a tratar de apoyar. En lo personal dejé todo lo que pude. De hecho, dejé de tocar, que era lo máximo que podía ofrecer, para concentrarme en la gestión. Y ahora voy a volver a tocar, tengo ganas de hacer muchas cosas, así que son esos raros casos que no son como dice Calamaro, que todo lo que termina, termina mal. Acá terminó muy bien para mí y creo que en lo colectivo. El INAMU ha logrado la aprobación de la gestión por unanimidad de las provincias, eso para mí es muy importante. Así que la verdad que me siento con la tranquilidad de la tarea cumplida y con el entusiasmo y las ganas de empezar otra etapa. Como fue la anterior, yo fui 25 años docente, me jubilé de docente y también se terminó la etapa y pasé justo a tener la responsabilidad de la etapa fundacional del INAMU. Ahora creo que esa etapa fundacional, después de ocho años, termina. El INAMU va a pasar a otra etapa y yo voy a pasar a otra, como tiene que ser. Con la alegría de haber dado todo.

Charly García, Pedro Aznar, David Lebón y Diego Boris durante el lanzamiento de la reedición de La grasa de las capitales, de Serú Giran.