La salteña habla de su nominación a los Premios Gardel, de la escena de nuestra provincia y de cómo vive este momento de su carrera en el que todo parece estar por empezar.
Si bien proyectos salteños como Perro Ciego o Santuario estuvieron en el Cosquín Rock y otros tuvieron su etapa porteña, el inventario del rock local no tiene hitos como lo desarrollado por Feli Colina, de tan sólo 25 años. Tras una primera etapa con Ajustemulabanda y algunos proyectos de covers, se fue a Buenos Aires a estudiar Derecho y terminó eligiendo una carrera musical que la llevó a grabar un disco en Abbey Road, codeándose con grandes referentes del rock argentino e integrando las grillas de los principales festivales. Ese álbum, Feroza, este año fue nominado a los Premios Gardel y refuerza el impulso que Feli viene tomando.
Desde hace mucho tiempo tenemos ganas de charlar con Felicitas. Hace un año atrás, cuando pensábamos volver al papel con la revista Rock Salta, Feli Colina era una fija para una posible tapa. En esta nueva etapa de nuestra web esta nota era menester y tiene algo de sabor a revancha. Entonces una tarde de julio, teléfono y grabador sobre una mesa registraron una extensa charla entre Salta y Buenos Aires.
El momento en que estás (Presente)
– ¿En qué punto de tu carrera te sentís? ¿Qué te provoca eso?
– Me siento en el comienzo real. Hace como diez años que toco, pero siento que Feroza fue como un volver a empezar, un disco lleno de bendiciones. Lo fui a grabar en Abbey Road, ahora con esta nominación al Gardel, más todo lo del año pasado, todas las giras en las que pude tocar, un disco al que le fue muy bien. Entonces siento que es un primer escalón real.
– Este primer “escalón real” que vos señalás tiene que ver con un estándar distinto al que uno puede esperar normalmente en Salta, más allá de lo que uno desea. Cuándo estabas en Salta, ¿era hacia ahí donde apuntabas, o había una resignación más hacia ese “under”, entendiendo esto como un marco de desarrollo usual al menos en nuestra provincia?
– Cuando estaba en Salta no imaginaba que vaya a pasarme nada de lo que me pasó este año, ni de lo que me pasó los años anteriores. Sí hay algo muy dentro, desde que soy chiquita, que tiene pretensiones altas. Me pasó que cuando me fui de Salta yo había empezado a estudiar Derecho, no me imaginaba ni tocando en el subte, pero después puse las dos patas arriba de esta decisión y se fueron abriendo un montón de puertas. Creo que eso me dio unas pretensiones más realistas, en las que a medida que voy viendo un poco más cómo funciona todo tengo un poquito más lejos hacia dónde puedo aspirar. Pero siempre… no sé, recibo Grammys en el baño desde que tengo cinco años… (risas). Tengo ese delirio. Como que antes de Feroza también estuve peleando mucho por sustentarme, con que me sea rentable económicamente. Ahora que lo logré, todo el resto lo pongo en manos del destino, con mis ganas de que crezca.
– ¿Te sentís en ese punto donde por lo menos la música te “para la olla”, o no todavía?
– Mirá, por lo menos empezó a pasar desde la salida de Feroza o desde principios del año pasado que todavía estoy entendiendo, porque la música tiene un ingreso muy inestable. Siempre pienso que este mes zafé, pero que el otro estoy en el horno, como que no se me va esa sensación. Pero esto de la pandemia me hizo ver, porque todo el año pasado viví de lo que me generaba Feli, pero yo también toco con el Ruso (Mateo Sujatovich) y a Conociendo Rusia le empezó a ir muy bien y medio que vivía de esto. Y con la pandemia quedé medio en bolas, a merced de lo que genere Feli como proyecto y estoy pudiendo, así que se ve que ya es un nivel alcanzado. El primer mes zafé, el segundo también, el tercero… ¿por qué habría de cerrarse el chorro?
– Hay una presencia tuya en ciertos medios y en las preferencias de cierto público, de cierta escena nueva ¿Sentís que tiene que algo que ver -enroles o no a las banderas del feminismo- con toda una lucha y un momento histórico donde las mujeres están reivindicando un lugar en la música nacional?
– Creo que sí, y creo que tiene que ver con muchas cosas. Más allá de que justo es un momento donde las mujeres estamos buscando nuestras referentes, por otro lado la Ley de Cupo te obliga a tener mujeres dentro de los festivales, y toda la situación social me ayuda a que tal vez llegue a más oídos. Sin embargo no me siento una abanderada del feminismo, si bien yo soy feminista y amo ese camino, y soy una apasionada de la ideología, no siento que esa sea mi bandera. Pero sí, creo que todo el movimiento del feminismo a mí me dio toda una seguridad personal que me deja mejor plantada frente a un escenario por ejemplo, o frente a tomar decisiones artísticas, y defenderlas.
– Estás nominada a los Premios Gardel como “Álbum conceptual”, una nominación muy pretenciosa, ¿Cómo te pega?
– La nominación para mí es un premio en sí mismo. Yo sé que estamos en la era de un montón de cosas, pero en ese sentido tengo un respeto y una pasión por la música y por el arte en general que hago lo que se me canta el culo, lo que me da más ganas de hacer. Yo tenía muchas ganas de hacer un disco conceptual completito, que su imagen, el cuento, el hilo, el orden de los temas, todo tenga que ver con todo.
– ¿Por qué?
– Porque me parece un trabajo más integral, ¿viste? Porque un single o una recopilación de canciones es un trabajo tal vez más simple. A mi me gusta mucho soñar despierta, imaginarme cosas, y creo que un álbum conceptual, que tiene un recorrido de varias canciones, donde si bien el centro es la música, también tiene importancia la letra, la ropa, los videos, el show en vivo, todo tiene que contar una misma cosa, y me resulta un desafío apasionante, como tal vez mucho más que hacer una canción y ya. De hecho, a partir de Feroza estoy empezando a pensar un próximo disco y también lo estoy pensando desde un lugar conceptual. Es como que me endulcé con esto de hacer una historia entera, de presentar todo un mundo que esté compuesto por varias aristas. Y la nominación nos resulta, porque Feroza no es producto mío únicamente, es el trabajo de mucha gente y la cabeza, y la inspiración de mucha gente, ya nos parece un premio en sí la nominación, porque uno tiene la intención de hacer algo conceptual, pero nunca sabes si llegaste a puerto.
– Recién nombrabas a Sujatovich, ¿cuál es tu lugar en Conociendo Rusia y en los otros proyectos donde estás involucrada? ¿Cómo llevas esa multiplicidad de proyectos?
– Me encanta, siento que me retroalimento un montón. Además del Ruso, de las Ajuste, estoy con Francisca y los Exploradores, estuve trabajando en el disco de Santi Celli (ex Salvapantallas) y en el disco de Emi Livelli también, siento que me retroalimenta. En el caso del Ruso, que es la banda donde más estoy, además de la mía, soy corista. Hago lo que el me dice: el compone los temas, el compone los arreglos, por lo general el me tira los coros que tengo que cantar, si tengo que tocar una acústica misma situación. Él es Conociendo Rusia. Con Ajustemulabanda, el mismo caso, con Francisca tal vez me meto un poco más, pongo un poco más mi perspectiva y aporto un poco más lo que se me canta el culo, hago los coros que quiero, y aporto tal vez más al resultado artístico. En el caso de Santi estuve más como productora, y participé en uno de los temas, y en el caso del Emi estamos haciendo un tema en conjunto, pero también tenemos mucha charla, ya desde un perfil más artístico y poético, tal vez. Entonces, es como que todas estas dinámicas después alimentan mi proyecto.
– ¿Sentís que vos y los proyectos que mencionas -junto a otras- son parte de un grupo más grande que finalmente se convierte en el relevo de muchos proyectos históricos en algo así como una nueva escena del rock argentino?
– Yo siento que si. No sé cómo habrá sido en su momento, pero tengo la sensación de que sí, hay muchos proyectos haciendo cosas increíbles, y me retroalimento mucho de mis colegas. Recuerdo de ver Louta por primera vez y flashear, de ver Bandalos Chinos en vivo y flashear, y tomar cosas para mis proyectos; creo que cuando empiezan a haber tantos proyectos con tanta ambición… Una vez vi que Ca7riel puso en una historia de Instagram algo así como que esta es una escena que tiene hambre, y por eso se quiere comer el mundo, y de alguna forma está de vuelta esa cosa de querer emerger, de ser realmente un grupo emergente, y ya viene siendo, de hecho. Así que sí, creo que hay una nueva escena. Incluso por parte del público, y yo como público creo que hay un nuevo gran interés por conocer proyectos nuevos, jóvenes, de Argentina, que nos estamos escuchando entre nosotros, nos vamos a ver entre nosotros. Siento que mis amigos de Salta, que no tienen nada que ver con esta escena que yo estoy viviendo en Buenos Aires, escuchan esas bandas.
– Y como público, porque además de música sos parte de público ¿cuál es el cambio más lindo? ¿Qué es lo que más te gusta? ¿Qué es lo que no te gusta?
– Creo que los festivales hoy en día se reformularon, hay una cosa más amorosa. Ya no hay un rockero tirándole una latita de nada al pop. Están todos dispuestos a escuchar todo, un cariño y una cercanía, desde los músicos al público y del público a los músicos. Y me parece que hay buena onda, como que nadie tiene ganas de cagarse a piñas con nadie por nada, todos tienen ganas de ir a disfrutar las bandas, y ya no hay una cosa del público de Pappo cantando que se muera Cerati. Y dentro de la industria, una cosa más comunitaria, de compañerismo, de mucha más ayuda, creo que en esa etapa anterior había mucha más competencia y egos y cosas bastante más chotas, sobre todo lo pienso yo siendo mujer, y soy una agradecida que me haya tocado en esta época y no en la otra. Tal vez no hubiese tenido las agallas para hacer lo que estoy haciendo.
En cuanto a lo negativo, y diciendo esto me siento una vieja de mierda, me pasa que siento que hay un poquito una degradación de la lírica y de la música, hay mucho músico turista, actores que son músicos, modelos que ahora hacen música, que me parece que está bárbaro porque me parece que la música tiene que ser accesible para todo el mundo, pero como que se empieza a generar una cosa medio rara de que uno valora más lo influencer que es el artista y no la obra en si misma. Una liviandad a la hora de hacer canciones, como si fuese menos comprometida con el hacer música, con el hacer arte. Extraño los discos conceptuales, extraño temas como los de Charly, como los de Fito, los de Cerati, cosas como las que hace Juana Molina, que sigue estando activa. Siento que ahora está un poco más flojo en ese sentido.
De mis pagos
– Recién mencionábamos de refilón cosas vinculadas a Salta. En tu momento, cuando estabas acá, ¿cuál era tu referencia en la escena salteña?
– La verdad es que yo me sentí hermanada y parte cuando me fui. Cuando estaba allá no era tan parte, pero porque era muy chica. Yo me fui a los 19 años, entonces no tuve mucho de eso. Sí, estuve con las Ajuste, y fue una experiencia de un antes y después en mi vida, y me encantaba todo lo que hacía el Emi (Livelli), o sea Teddy Krueger. Desde ahí como que empecé a consumir música salteña, con Gastón… con Baltazar Oliver me pasa que siempre lo admiré, desde la adolescencia y viniéndome a vivir acá, y cuando se vinieron ellos, es que empezamos a hermanarnos, pero yo ya los venía mirando hace rato. Con las Ajuste ya estábamos hermanadas, pero no me sentía parte de una escena, sentía que estaba afuera, pero también no había tenido el tiempo de desarrollar un proyecto como para ser parte de una escena en si misma… era chiquita, empecé a tocar a los 15 años, con la Popa (Sofi Simesen de Bielke) es que tenía mi banda de covers, que ahora también está con su carrera solista.
– Y fuera de esta escena pop salteña, ¿Hay algún vínculo o consumo de la tradición cultural, sea en cualquier arte?
– Yo soy salteña como la empanada. Hace cinco generaciones que no tengo ningún inmigrante más que mi abuela paterna en generaciones y generaciones, así que soy un pedazo de Salta. Mi viejo cantó folclore toda la vida. Yo a la hora de escribir creo que tengo una escritura salteña, y no se a que se debe, porque soy bastante inculta, he leído muy poco, he visto muy pocas pelis, he escuchado muy poca música, fui agarrando lo que se me iba presentando, como que no tuve mucha curiosidad de investigar, pero se ve que hay algo así que es idiosincrático, porque me doy cuenta que mi forma de escribir es, tiene esa cosa salteña. Al Cuchi (Leguizamón) lo escuché bastante, y eso si creo que fue como algo que mamé y que entiendo que está dentro de mis inspiraciones. Y ahora con este disco que estoy pensando voy un poco más a raíz, y estoy haciendo un trabajo más curioso de leer, escuchar y ver cosas, tal vez no salteñas puntualmente pero si muchas cosas del norte, que siento que tiene mucha influencia del folclore peruano y del folclore boliviano que también estoy escuchando…
– Y ya que nos conectamos con la raíz, ¿qué recordás como tu primer vínculo con la música?
– Tengo dos recuerdos, dos imágenes, y me lo están preguntando mucho, así que lo vuelvo a pensar. Una, de cuando tenía mas o menos 7 u 8 años, por Telefé estaban dando Betty la Fea. La cortina del programa era Se dice de mí, de Tita Merello, y me aprendí la canción entera y hacía medio que la actuaba. A mi mamá le encantaba, entonces me pedía que se lo haga frente a sus amigas. Esa es mi primera imagen como performer. Después tengo realmente mi primer encuentro con la música, a partir del cual empieza todo. Empecé a tocar (y nunca paré), cuando tenía 11 años. Mi hermano Agustín (NdR: tan sólo se llevan un año de diferencia), que ahora toca el bajo en mi banda, empezó a tocar la guitarra, a sacar unos temas y empezamos a jugar en su cuarto a tocar la guitarra y cantar. Aprendimos bien dos canciones: uno era un tema que se llama «Blues», de Rata Blanca; y el otro era «Patience» de los Guns N’ Roses. Con esos dos temas fuimos al cuarto de mis viejos y les dijimos: “Che, queremos mostrarles los que aprendimos», y medio que se impactaron de que podíamos hacer eso, no se habían dado cuenta que tal vez yo podía cantar y que tal vez Agustín podía tocar.
– ¿A qué escuela ibas, Feli?
– A un montón de escuelas, porque tengo un papá medio desprolijo económicamente. No pagaba la cuota del colegio, así que me echaron de incontable cantidad de colegios por eso. Paseé por toda Salta. Estuve en la Merced, en el Jesús, que es un colegio de monjas espantoso. También en el Santa María, otro espanto. Además, en el Santa Teresa y en el San Marcos. Por todos esos colegios me pasé.
– ¿Qué se escuchaba en tu casa? ¿Cuáles eran esos artistas que marcan a la familia?
– Mi papá era muy fan de Los Chalchaleros. Por el lado de mi mamá, Luis Miguel. Aunque no había tanta música sonando porque mi vieja se aturdía y nos hacía apagarla. Dentro de los cuartos, escuchábamos lo que queríamos. Por el lado de mi hermana mayor, que es lo que escuché toda mi infancia, Shakira o Alejandro Sanz, ese tipo de artistas. De ahí en más, todo fue búsqueda propia.
– ¿Y en este momento? Dos o tres discos que ta hayan volado la cabeza últimamente.
– Ay, estoy enloquecida con uno de Chabuca Granda (Perú), que se llama Cada canción con su razón (1980). Después, no tanto discos, pero estuve viendo algunas cosas de Chavela (Vargas) y enloquecí, de Lola Flores. También de Victoria Santa Cruz, que es una coreógrafa peruana que hizo algunos discos. Me gustó verla, conocerla. Después, más de ahora, nada me volvió muy loca. Escuché una artista que es entrerriana pero vive acá en Buenos Aires, que se llama Chechi De Marcos (NdR: ganadora de la última edición de Camino a Abbey Road). Escuché su disco, que todavía no salió, y me pareció hermoso. Con Rosalía tuve una obsesión hasta hace poquito, muy fascinada con ella como artista.
– Y de la escena salteña, ¿estas viendo algo, a la distancia, que te haya llamado la atención?
– Me llama la atención el talento que tiene la Chochi Palacios, me parece que tiene una voz increíble, una onda y un carisma especial. De Viento de Oriente había escuchado algunas cosas que también me gustaron, me parece que ella también tiene onda. Al Emi (Livelli) lo amo, lo escucho y lo escucharé siempre. Me parece uno de los mejores compositores, de los preferidos de mi vida. Popa me encanta, la sigo muy de cerquita. También Mateo Diosque, que es más poeta, me encanta lo que hace, como escribe. Matías de la Guerra me encanta como artista, me parece que tiene un ojo especial. Él es fotógrafo y artista plástico, lo vengo siguiendo hace rato, un artista serio. Además, estuve escuchando a los chicos de Encuadra. Igual, todavía no chusmeé lo suficiente. Creo que Salta sigue siendo cuna de poetas y compositores.
(Zamba)… de mi Esperanza
– Recién contabas que estas trabajando en un nuevo material. Con esta excepcionalidad de la pandemia, ¿qué hay en tu agenda?
– Me encantaría sacar este disco a mediados del año que viene y, tipo noviembre, estar sacando un primer adelanto. En febrero sacar un segundo adelanto y para marzo un tercero. Para cada adelanto estoy pensando un videoclip. Y con mi equipo estamos charlamos la posibilidad de sacar un show por streaming, que es como la posibilidad que se abrió. Viendo qué propongo, no quiero que sea un streaming de la banda tocando en vivo, me parece que no es suficiente, que no tiene su valor agregado. Me hubiese gustado hacer un homenaje a Mercedes Sosa, pero como no podemos juntarnos no se dio. Por ahí lo hago el año que viene o lo saco en cualquier mes y dejo de atarme a que sea en julio, mes de nacimiento de la “Negra”.
Tengo la ilusión para el año que viene de empezar a tocar de vuelta, pero también hay días donde voy perdiendo la fe de que eso suceda. Así que, por ahora, es ir armando sobre arena movediza.
– Con vos pasa que muchos dicen “por fin alguien que llega”, al menos en este palo. ¿Qué mensaje les darías a les pibes que vienen laburando acá en Salta? No como fórmula, sino como una palabra…
– Que tengan ovarios, huevos y persistencia. Yo creo que lo único que difiere en que yo esté trabajando donde estoy y el resto no, es que realmente me la jugué. La necesidad de generar plata es la que me empujó a tener esa fuerza y persistencia. Mucha paciencia, es una carrera muy lenta y muy larga. Hay que ser muy fiel a lo que uno quiere comunicar, hay que tener una búsqueda real y sincera artísticamente. Pedir ayuda, hacer cosas en equipo, pedir asesoramiento de como poder llegar a más lugares, saber separar. Que las decisiones de la industria no toquen las decisiones creativas. Pero sí, una vez que tengas tu trabajo creativo hecho, ponerlo a disposición del lenguaje de la industria. No sé, boludeces como hacer prensa, saber cuando y cómo publicar tus canciones. No te digo hacer un reguetón para pegarla, porque eso me parece contraproducente incluso. Persistencia, paciencia y coraje.
– ¿Donde te ves de acá a 20 o 25 años? La Feli de 45/50 años.
– Estuve visualizando bastante mi futuro. Me encantaría tener la posibilidad de tocar en todos los lugares del mundo, pero me iría a vivir a Vaqueros. Tendría ahí una especie de comuna con mis amigas, ya estuvimos hablando al respecto. Viviría ahí en el campo y me encantaría eso, que mi vida sea estar 6 meses en los cerritos y 6 meses viajando por el mundo, tocando mis canciones. Mas o menos así me imagino.