Un compilado de textos periodísticos que no pierden la esencia del fan.
En Horas de rock: crónicas, entrevistas y críticas, la periodista y escritora Andrea Álvarez Mujica compila notas publicadas en la revista Mavirock entre 2010 y 2016. Además, suma un texto inédito, ”Historias de shows”, que funciona como núcleo del libro y que sostiene al resto con una premisa: son artículos que no pierden la esencia original de una fanática que avanza con curiosidad, fascinación y disfrute.
El libro fue publicado a través de la editorial Hormigas Negras, que lleva adelante la propia autora, que se inició en el periodismo en los 80 y recorrió lugares que hoy son legendarios. Horas de rock da cuenta de esa presencia con párrafos que transmiten la experiencia de haber estado ahí.
Luca Prodan, Los Pillos, Gamexane, los Redondos, Palo Pandolfo, Los Fabulosos Cadillacs son nombres que en aquellos años eran pura actualidad. Algunos trascendieron y se volvieron masivos. Otros siguen intactos, conservados en un aura under. En el libro, Álvarez Mujica los pone en acción a través de las historias o los escucha reflexionar sobre su pasado.
Además, hay textos sobre shows y publicaciones más actuales. De todas maneras, nueva normalidad mediante, es imposible leerlos sin pensar que son artículos que hablan sobre “todo aquello que estaba a punto de perderse”, como escribe la propia Andrea sobre las letras de Jarvis Cocker. De todo eso y algo más hablamos con ella en la siguiente entrevista.
– Hace poco, en tu cuenta de Instagram, dijiste que «pasado cierto tiempo» solés ver lo que escribiste con una mirada crítica. Horas de rock es de 2017 y las notas que incluye son anteriores, así que me pregunto cómo ves hoy al libro.
– Y sí, es así. Pasado cierto tiempo lo que escribo me deja de gustar. Le encuentro problemas, defectos o decisiones equivocadas, o cosas que por ahí se podrían haber hecho mejor. Algo siempre queda en pie, pero bueno, cuanto más tiempo pasa aumenta esa sensación. No sé si me pasa a mí o si les pasa a todos. Es complejo, porque uno generalmente tiende a salir a defender lo que escribió, o algo así. Ahora, con respecto a Horas de rock, la verdad a mí ese libro me encanta (se ríe). Me encanta de punta a punta. Me siento muy identificada con todo lo que está en el libro. Todo eso que está en el libro soy yo. Con cada oración, con cada párrafo, siento que es lo que quise decir. Creo que no hay nada que haya quedado confuso. A veces estoy muy metida en la radio, en la ficción, las novelas y en los libros de Hormiga, pero me encanta hacer periodismo. Ahora se agotó, así que lo quiero reeditar.
– Si bien las notas son de estos últimos años, hay mucha referencia a escenas pasadas y un foco en los 80. ¿Cómo ves hoy esa década del rock argentino? ¿Hoy queda algo de esos años?
– Eso es algo que a mí siempre me surge con naturalidad. Primero porque hay cosas que viví. Siempre me pareció como algo afortunado la música que me tocó encontrar cuando era adolescente. Iba a los bares y daba vueltas por la ciudad con ese ímpetu de explorar, investigar y conocer la música que se estaba haciendo. Creo que tuve suerte, que agarré una época muy hermosa, muy creativa, muy especial. Yo iba mucho al Café Einstein: martes, miércoles, jueves, viernes (risas). Había un día que cerraba. No me acuerdo cuál. Los domingos no porque los domingos estaba la Hurlingham Reggae Band. Pero había un día que cerraba. Y yo iba todos los días, prácticamente. Me encantaba ir. Iba a Zero, al Stud. A Los Redondos los vi por primera vez acá en San Telmo en un lugar que se llamaba El Depósito. En ese momento la música que se escuchaba en esos lugares era Soda Stereo, Sumo y otras bandas que después desaparecieron, como Los Nylon, Diana Nylon, esas cosas. A veces algunas bandas no me las acuerdo. La otra vez estaba leyendo un catálogo que salió atrás de un libro, en Gente que no, y al leer el catálogo decía «ah, sí, a estos también los vi». Porque a veces uno veía bandas y después te ibas y no sabías bien quiénes eran. Pero era un momento de una ebullición musical muy copado, entonces creo que las referencias a esa época tienen que ver en parte con el gusto por haber vivido un momento que después por ahí se grabó, creció y siguió. Se desarrolló mucho. Justo estos días estaba escuchando el disco de Rotman, que me encantó, el disco que salió hace dos días. Y ahí tenés un claro ejemplo de un músico que era un jovencito en aquellos años y que la música que está haciendo tiene esa raíz. Evoluciona desde ahí. Y así un montón. Me parece que mucha de la gente que surgió en esa época (como Coleman) siguió buscando otras cosas, pero hay algo que se inicia ahí. Y culturalmente también queda mucho de todo eso. El otro día veía el documental del Stud Free Pub, que me puso muy feliz ver un montón de gente que está muy bien que es de aquellos días. Me parece que hay cosas de las que uno se puede seguir nutriendo y dejaron una huella interesante.
– En las redes también contaste que estás trabajando en una biografía de Estelares. ¿Qué nos podés contar de eso?
– Es un proyecto interesantísimo. Me encanta Estelares, es mi banda favorita actual desde hace bastante tiempo. Me encantan las composiciones de Manuel. La banda me parece lo más musicalmente. Y esto se une con Horas de rock: estaba compilando los artículos y lo llamé a Manu para preguntarle qué libro de Estelares me podía comprar para hacer una reseña e incluirla en el libro. Porque Horas de rock habla de bastante música que a mí me gusta y como Estelares me encanta, pensé que tenían que estar. Entonces me iba a comprar un libro. Yo suponía que había uno o dos. Le pedí que me aconsejara cuál era el bueno y ahí Manu me dijo «no, no hay ninguno». Y fue un momento genial porque le dije «bueno, hagámoslo». Ahí empezó el libro, que ahora lo estoy terminando. Empezamos a conversar con Manuel a finales de 2017 pero lo empecé en 2018. No quise inventar nada. Es un libro cronológico que cuenta la historia de la banda. Hablamos de las canciones y de la música. Y Manuel y los Estelares tienen muchas canciones para hablar.