El fotógrafo Gustavo Saiegh cuenta cómo capturó un instante que luego se reprodujo de manera incontable.
Un día entrás al subte de Buenos Aires y lo ves a Luca Prodan sentado solo y muy tranquilo, a punto de encender un cigarrillo. Algo que nunca más va a ocurrir, pero que le sucedió al fotógrafo Gustavo Saiegh, quien rescató ese momento con su cámara. Con el tiempo, la foto se volvió una de las más conocidas del cantante de Sumo.
«Fue una foto completamente al azar, completamente robada», dice Saiegh hoy, desde Berlín, donde reside. El fotógrafo asegura que la imagen se dio de «pura casualidad».
«Yo trabajaba para Página 12 y volvía de hacer una nota. Como en ese momento no nos pagaban un taxi, viajábamos en colectivo o a veces en subte. Así que yo me volvía de una nota, creo que de Tribunales, o no sé dónde, y venía con la cámara colgada», sigue Saiegh en diálogo con Rock Salta.
El fotógrafo es el autor de otras imágenes reconocidas del rock argentino, como las de Luis Alberto Spinetta que formaron parte de la sesión para el libro Crónica e Iluminaciones, de Eduardo Berti, o las fotos de prensa para los recitales que el Flaco brindó en el Teatro Ópera de Capital Federal en noviembre de 1995. También retrató a otros referentes como Charly García, Gustavo Cerati y Fito Páez.
Pero para eso todavía faltaba. Era octubre o noviembre de 1987 y Saiegh regresaba de una cobertura. Bajó al «subte línea B», el mismo que Luca había inmortalizado ese mismo año en la canción «Mañana en el Abasto», y se encontró con la historia en primer plano.
«Me subo al vagón y lo veo a Luca. Él estaba solo y si lo ves en la foto está ahí, fumándose un pucho, o está por prenderse un pucho. Lo primero que hago es: levanto la cámara y le saco una foto, así como venía. Y ahí Luca me dice ‘¿Qué hacés?’. Le digo ‘Te saco una foto’ (se ríe). Le alcancé a sacar otra foto, se levantó y se fue», cuenta.
A pesar de la explicación, la foto de Saiegh no parece una situación improvisada. «Parece posada y armada. Y no: se abrió la puerta, lo veo a Luca, yo tenía la cámara, levanté y saqué la foto. Después volví, sobrerevelé el rollo para poder tener la imagen, porque la verdad que no me dio tiempo de exponer ni nada. Como estaba levanté y saqué. Porque si le pedía permiso me iba a decir que no (risas)», sigue.
La imagen luego se replicó una incontable cantidad de veces. Hasta apareció a color. Pero Saiegh aclara que la fotografía original es en blanco y negro. «Es una película de 400 asas que después la forcé, creo que a 1600, para poder tener la imagen. Vi que la intervinieron, le pusieron colores, pero no, es blanco y negro», dice.
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