Los Redondos en Salta, 7 de enero de 1978
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A 45 años | Salta celebra el debut de Patricio Rey

Los primeros recitales del grupo con ese nombre fueron en nuestra ciudad. Esta semana habrá un evento en el lugar donde los músicos tocaron en 1978.

Este fin de semana se cumplirán 45 años del debut de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en Salta. Si bien ya existía, el grupo del Indio Solari, Skay Beilinson y la Negra Poli tocó por primera vez con ese nombre en nuestra ciudad, por lo que se toma a la fecha como el primer paso oficial de la banda, una de las más importantes del rock argentino.

Con los años, la presencia de los Redondos en en el bar El Polaco de Salta se volvió mítica. Desde entonces circula un audio pirata del show en el que se pueden escuchar versiones de canciones que luego serían clásicos, como “Maldición, va a ser un día hermoso”.

Luego, en 2015, la aparición del documental El alucinante viaje de Patricio Rey, realizado por un trío de fans que nunca quiso dar a conocer su verdadera identidad, ofreció imágenes inéditas de aquella travesía.

Más cerca en el tiempo, el Indio Solari lanzó Recuerdos que mienten un poco, su libro de memorias. Allí, el cantante recordó el viaje inicial que Patricio Rey realizó a nuestra provincia.

“Ese fue el verdadero debut de la banda, porque hasta ese momento no habíamos hecho más que boludear. Y suponía un bautismo de fuego: era la primera vez que íbamos a tocar delante de un público que no estaba compuesto por amigotes”, relató Solari.

“Skay y Poli habían pasado un tiempo en Salta, administrando un campo de los Beilinson; esas cosas que hacían por entoces los padres con dinero para alejar a sus hijos del quilombo. Ahí conocieron a unos escritores que formaban parte de una troupe a la que habían bautizado Grupo Instancia Poética. Esa gente terminó visitándonos en La Plata. Vieron lo que hacíamos, elogiaron mis letras… Y nos invitaron a ir a Salta, con la promesa de conseguirnos un show”, agregó. “Paralelamente, yo seguía trabajando en la estampería de City Bell. Uno de nuestros clientes, a quien le vendíamos mucho, era el Mono Cohen, Rocambole. El Mono tenía en La Plata un negocio que se llamaba Indra. Me acuerdo de que fabricaba unos buzos con aerosoles y yo le pedí que dijese ‘Indian Reservation’. En fin: como nos compraba mucho, le dábamos crédito. Pero un día se fundió. Y nos debía guita. Entonces dijo: Lo que puedo hacer es pagarles el micro para ir a Salta”.

“El ómnibus lo manejaba un tal Rubén. No nos matamos de pedo… Viajamos con unos franceses con los que habíamos trabado relación. Me acuerdo del francés -porque las otras eran minitas-, que gritaba todo el tiempo: ¡Zogo -por zorro- plateadó, viejo coyoté! Cuando llegamos a la ruta, ya nos habíamos chupado todo el whisky. Tené en cuenta que lo hicimos en plena dictadura. ¡Nos paraban en todas partes! Al bondi le decíamos ‘El ex preso imaginario’, porque efectivamente transportaba a varios ex convictos… La idea era emular a Ken Kesey y los Merry Pranksters, que habían cruzado los Estados Unidos en un colectivo escolar mientras consumían LSD… Pero planificamos para la mierda”, decía el Indio en el libro.

Los Redondos en Salta, 7 de enero de 1978

En una entrevista con Rock Salta, Skay Beilinson recordaba el paso que él y Poli habían tenido por nuestra provincia: “La historia empezó en el año 76, que vino el golpe militar. La Plata se puso muy jodida, tuvimos dos allanamientos. Y nos salió la posibilidad de ir a Salta. Mi viejo había comprado unas tierras ahí con otra gente, a cien kilómetros de El Galpón (…) Estuvimos viviendo casi tres o cuatro años. Aprovechando que estábamos allá, recorríamos todo el Norte. Ahí conocimos gente preciosa: Juan Ahuerma, mucha de la bohemia de Salta de aquella época. Y les contábamos que teníamos una banda de músicos delirantes, que eran Los Redondos, que en aquel momento ni siquiera teníamos nombre. Entonces empezamos a buscar un lugar para hacer algo y apareció el lugar El Polaco. Y de audaces, de kamikazes, le dimos para adelante”.

El Indio seguía el relato en su libro: “Me vienen a la mente postales del viaje. Estábamos todos de ácido. En un momento me senté en una ventanilla con la mitad del cuerpo afuera. Yo tenía un acullico en la boca y una botella de Criadores en la mano. Y abajo estaba el abismo, el puto precipicio. Llegamos a Santiago del Estero al mediodía, bajo el sol ardiente. Antes habíamos hecho una parada, nos empezaron a rodear pibes que nos ofrecían sandías frescas. ¡Parecían haber salido de abajo de las piedras! Cuando caímos en Río Hondo, preguntamos dónde había una pileta pública. Necesitábamos refrescarnos desesperadamente. Nos recomendaron un lugar y fuimos. Nos tiramos al agua, abrasados por el calor… y descubrimos que el agua estaba hirviendo. ¡Hacía más calor adentro de la pileta que afuera! Después comimos un chivito de mierda… muy mal hecho, y seguimos viaje”.

“El bar donde tocamos se llamaba El Polaco. Se ve que era el único lugar donde pasaba algo, porque ahí recalaba todo el mundo: desde Piazzolla hasta la troupe del Club del Clan. Recuerdo que conversamos con el Cuchi Leguizamón, con quien nos cruzamos y quiso comprar el Hammond que habíamos llevado. El concierto en sí mismo fue un desastre. Había más gente arriba del escenario que abajo. Pero de todos modos armamos la clase de quilombo que era nuestra especialidad. Me acuerdo de que el bar empleaba a un negro al que hacía vestir de librea, para que recibiese a la gente en la puerta. Y el negro se entusiasmó, se quería venir con nosotros a tocar las tumbadoras. Pero lo disuadimos, claro. ¡El tipo hacía planes a futuro y nosotros no teníamos planes ni para el día siguiente! Después se puso peliaguda la cosa. No nos querían pagar porque no había ido gente. Entonces apretamos un poco y los del bar tuvieron que ponerse”, contaba el Indio en el libro publicado por Editorial Sudamericana.

Homenaje local

La Secretaría de Cultura informó que este sábado 7 de enero, desde las 20.30, se realizará un homenaje a aquella presentación. Será en Deán Funes 86, donde se cree que estaba ubicado el bar El Polaco, con entrada libre y gratuita hasta agotar la capacidad. Esa noche no sonarán los Redondos. Fiel a la época actual, arriba del escenario sólo habrá una banda tributo.