Discos

Atrevido, el debut de Trueno

Esta vez es el turno de disco debut de Mateo Palacios Corazzina, quien ofendió a la tribuna rockera al afirmar que “Te guste o no, somos el nuevo rocanroll”.

Escribir, leer, pensar sobre este disco probablemente nos ponga en un lugar similar al de “los jóvenes de ayer”, sobre los que ironizaban Serú Girán en su álbum Bicicleta. Al menos entendiendo el cambio de soporte comunicacional, y sin perder de vista que la historia nunca se repite, cierta fobia “rockera” actual a los gustos y consumos musicales de los jóvenes tiene mucho de esa incomprensión que los tangueros de los ’60 tenían para con el incipiente rock argentino.

Ahora bien, ¿cómo apreciar estéticamente algo que no comprendemos? ¿Acaso la indulgencia de decir “pobrecitos” y bancar porque sí no es la otra cara de una misma moneda? Después de mucho tiempo hay una gran brecha generacional en la sociedad. Sí, les natives digitales hacen música. ¿Esperaban que sea puramente analógica? ¿Cuál será nuestra vara?

Atrevido es un disco de diez canciones, el debut de Trueno. El artista forma parte de una camada donde destacan Wos, Ca7riel, Duki, Paco Amoroso, la jujeña Cazzu, y otres, pero también ostenta linaje: su padre el rapero Pedro Palacios (MC Peligro) fue miembro de Diferentes Actitudes Juveniles, grupo de cierta relevancia en la escena hardcore de los 90.

Me parece justo esbozar mínimamente una descripción de los elementos musicales puestos en juego, una de las formas de aproximarnos a un disco: en el arco -o en el fondo- aparecen las bases rítmicas, algo distintivo del hip hop, pero también del trap, el reggaeton y -porqué no decirlo- el Indio Solari, entre tantos otros. Quizá la gran carencia sea una batería humana, aunque en vivo estos proyectos suelen tener a un humano tocando baterías electrónicas. Después de eso, en el disco aparece lo usual de cualquier proyecto contemporáneo: guitarras, bajos, programaciones, sonidos de cuerdas, algo “pintoresco” como un bandonéon, teclados, etc. Un disco de rock, o de Abel Pintos, tiene lo mismo.

La lírica quizá nos acerca un poco más a comprender el mensaje explícito. Creo que ahí está parte de lo distintivo: hay mucho de reivindicación de los orígenes populares-barriales, hay algo casi tanguero en una constante alusión al “Bajo” o a La Boca, lugar de origen de Trueno. También hay referencia al “agite”, ese que Divididos veía en el Oeste, pero en clave sur de la ciudad. Hay amor, hay historias con sustancias y también hay críticas a la escena musical, a quienes se la creen, a los “líderes, títeres del interés”, y hasta a “la gorra corrupta”, casi un gesto iconoclasta que en bandas como La Beriso nunca veríamos.

En lo personal voy a elegir un par de canciones que me parecen significativas: 

G.P.S.” me parece super barrial, descriptiva de códigos urbanos juveniles, donde puede leerse claramente la influencia de Cypress Hill, con el feat. de El Alemán (rapero mexicano) que se luce tirando un “triple tempo” (una destreza rítmica vocal donde el “rapero” frasea en una alta velocidad), como quien muestra credenciales del género.
Azul y Oro” también explora un mapa barrial con paradas en La Boca, Barracas, Parque Patricios y Pompeya, pero desde una visión menos ghetto, mostrando una fusión musical super interesante con la milonga rioplantense, que en alguna versión en vivo con Lito Vitale prácticamente llega casi a un registro pre rockero (la recomiendo, en YouTube).
Finalmente, es inevitable recomendar “Sangría”, una declaración de principios, con Wos -acaso la vaca sagrada del movimiento-de invitado. Un manifiesto.

Esto no intenta ser una apología de Trueno, ni del movimiento. Quizá en 3 años, recordemos con una sonrisa otra moda pasajera de las tantas que tuvimos. Atrás -y fuera- de la polémica hay un disco con una paleta sonora que remite a lo mejor de la historia del hip hop: es inevitable oír cositas de Beastie Boys, Run DMC, Outkast, entre otros referentes. El ex diputado nacional Alfredo Olmedo se jactaba de tener cerrada la cabeza (y el culo también). Atrevido es una invitación en sentido contrario: dar la oportunidad, evitar gestos de conservadurismo en nombre del rock. Muchos de los “valores” que aparecen en las letras son los mismos que en nombre de Pescado, Pappo y Charly supimos perseguir. De mínima, es un pequeño ejercicio que sirve de examen de conciencia: quizá ya formes parte de la “Gente que No”.