Foto: Facebook Gustavo Sala
Entrevistas

Digital, barato y para adultos | Daikiri no, el nuevo libro de Gustavo Sala

Hablamos con el dibujante y humorista sobre su flamante obra, un trabajo independiente que buscó alejarse de la burocracia de las editoriales y oponerse a la autocensura que pueden inducir las redes.

A fines de marzo se publicó Daikiri no, el nuevo libro del dibujante, humorista y músico Gustavo Sala. A diferencia de trabajos anteriores, se trata de un lanzamiento digital e independiente, por fuera de las editoriales, que se vende a un bajo precio ($3000) en contacto directo con el autor a través de su cuenta de Instagram. Además, es una vía de escape del control y la autocensura que pueden generar las redes sociales.

Daikiri no es un ejercicio de libertad convertido en historieta. Llega de la mano de uno de los artistas del género más reconocidos de nuestro país en la actualidad. «Me dieron ganas de hacer un libro rápido, fresco. Pensarlo y dibujarlo en poco tiempo, tratando de divertirme lo más posible. Y evitando esto de estar meses, a veces un año, en pensar en dibujar las páginas, en avanzar de a poco, intercalándolo con otros laburos. Quería que pase todo lo contrario», le cuenta el autor a Rock Salta.

«Entonces, a partir de una idea muy simple, empecé simplemente a improvisar, a ver qué se me iba ocurriendo. Un poco en la política de laburo de César Aira, que habla de su dinámica de trabajo como empezar a partir de una idea potente y un poco ir sorprendiéndose en el camino, sin tener una estructura predeterminada ni saber hacia dónde uno va, ni cuánto va a durar. Entonces, con la libertad que la historieta te da, empecé en ese camino», sigue.

Portada de Daikiri no, de Gustavo Sala

Sala, marplatense, clase 73, es desde mediados de los 2000 un referente de la historieta argentina. Ha publicado en muchísimos medios con un fuerte anclaje en el rock, incluida la revista Rock Salta. Con el tiempo, y como la mayoría de sus colegas y de cualquier persona que pretende un poco de vidriera para sus actividades, Sala comenzó a publicar en las redes sociales, un arma de doble filo para todos. Eso generó mayor notoriedad pero también aceptar las reglas del juego de la virtualidad colectiva, donde muchas veces la moralina se confunde con reglas de convivencia.

Por eso es que en este nuevo libro, Sala buscó también escaparse de esa lógica de redes que puede censurar sin demasiada lógica y que para Sala está «cada vez peor». «Hoy dibujás, capáz, una manzana con tetas y puede ser un escándalo nacional y podés alterar la sensibilidad de miles de personas», dice el dibujante, que ya ha tenido experiencias al respecto.

«Esto de Instagram, para los dibujantes terminó siendo como un complemento, una vidriera, una plataforma a veces prácticamente ineludible», opina Sala. «Termina generando una cosa que me parece tremenda de esta época, que es la autocensura. Yo que estuve muchos años trabajando en medios como Barcelona, Fierro, Inrockuptibles, donde siempre tuve mucha libertad para irme al carajo y para meterme con cualquier tema, hoy todos esos márgenes se ven muy acotados por esto que te digo de la censura, de los algoritmos, de estos criterios que no sabés nunca cuálés son y en qué parámetros se basan. Pero hay todo un cuidado de nunca alterar la sensibilidad de nadie, sin saber qué carajo es eso, ¿no? O cuál es esa sensibilidad, o cuáles son los parámetros. Entonces empecé a hacer este material sin filtro, tratando de divertirme, de meter lo que se me iba ocurriendo. Tratar de sorprenderme a mí, si es que podía suceder eso. Probar registros, probar otras cosas que habitualmente no hacía. Y tener un poco la libertad del largo aliento. De no pensar siempre en el remate, en el chiste de una viñeta, en el pequeño formato que prácticamente es la dinámica que vengo usando hace años», explica.

Fragmento de Daikiri no, de Gustavo Sala

Daikiri no es una historieta para adultos. Lo aclara su portada y lo confirma su contenido. No es un hit comercial como los golpes de efecto del formato breve que Sala acostumbró a buena parte de sus lectores. Quizás esa sea otra característica que podría haber empantanado el proyecto en la burocracia de las editoriales, un proceso que Sala esta vez no tenía tantas ganas de transitar.

«Hoy comprar un libro es como comprar un auto, más o menos. Un auto de tapa dura», dice, en relación a los precios altísimos del sector, una crisis que no escapa al resto del país bajo la administración libertaria. «Me dio mucha pereza hacer todo ese camino de mostrar un proyecto, esperar que alguien te dé bola, que lo ponga en una especie de plan editorial del año. Bueno… Simplemente, como tenía una ansiedad y hacerlo rápido y que circule, lo lancé como un libro digital, por más que yo soy un amante del papel y todos mis libros son tradicionales en papel y espero que lo sigan siendo, si es que sigue habiendo», dice.

Y así salió este libro que reniega de las redes y se vende a través de ellas. Que ofrece una propuesta que va por el camino opuesto al de los materiales más exitosos de su autor. «Un PDF para leer en tu tablet, en tu compu o lo que fuera», dice Sala. «Y en el mejor de los casos tratar de sacar una moneda, porque los dibujantes también tenemos la costumbre de comer y otras cosas», comenta.

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