Foto: Carolina Vera
Coberturas

Nafta en Salta | Cómo me gustaría ser negrx

En un Teatro Provincial con plateas colmadas, la banda porteña hizo su primera presentación en nuestra ciudad. Un show de estándar altísimo que quizás necesitó más negritud.

Fotos gentileza Carolina Vera

En raro ver a una banda de soul como Nafta llenar la parte baja del Teatro Provincial. No sólo por el valor de las entradas en tiempos donde se repite como jaculatoria eso de que «no hay plata». El tiempo dirá después si tiene que ver con los nuevos consumos culturales y los formatos en que esto sucede, pero, en términos binarios, que un grupo del «mundo rock» (por oposición a un mundo que no lo es) tenga una convocatoria de 700 personas en Salta, con apenas dos discos encima, no es algo que pase inadvertido.

Como antecedentes de este tipo de música, quizá alguna memoria veterana anoche haya evocado aquel show de Willy Crook & Funky Torinos en el viejo Teatro de la Ciudad (hoy Tienda San Juan) en 1998. Más acá en el tiempo estuvo Dante en El Teatrino, poco antes de la pandemia. Ninguno con la convocatoria de anoche. Ése es el primer saldo positivo en este balance.

El show arrancó minutitos antes de las 20.30. A los treinta segundos, la gente se quedó de pie para no volver a sentarse nunca más. “A salvo”, canción con la que abre Nafta II, sirvió para inaugurar un recital que en poco más de noventa minutos paseó por 22 de las 24 canciones que suman los dos discos de la banda. O sea que sonó el 92 por ciento de la discografía. A esto se sumó un mashup entre “En algún lugar”, de Abril Olivera, con “Ilusión”, de An Espil, las cantantes de la banda. Canciones que forman parte de sus materiales solistas. El falso cierre fue con “Potra” y de bis sonó “Quiero verte”.

La primera sensación fue la de una banda muy ajustada, con músicxs muy virtuosxs, donde ningunx de lxs diez que llegaron a estar en escena estaba de sobra. Todo era perfecto: la base, los arreglitos, el uso de samplers, los juegos vocales. Todo, pero todo de todo, fue una cátedra de cómo hacer sonar una banda a un estándar altísimo, de los que más allá de convocatorias, masivas o no, y de valoraciones estéticas, no se ve tan seguido. Vengan de a uno.

Cierto que Nafta es un dream team del universo funk-soul porteño, con tres integrantes que vienen de Militantes del Climax (Magamo, cantante y guitarrista; el baterista Tony Sanchez y Simon Groover en teclados) más dos cantantes con carrera solista, entre otrxs.

Ahora, con la vara tan alta y en plan pretencioso, quizá faltó un poco más de negritud en la puesta en escena, algo que los IKV supieron enseñar y muy bien. De todas maneras, no hay que olvidar que «lo que natura no da, Salamanca no presta». Quizá esa minoría intensa que agitó fuerte y cantó todos los temas discrepe con esta apreciación. También es cierto que la otra parte del público si bien se quedó de pie, apenas movía un poquito la cabeza, por no hablar del coolo.

Gran show el de Nafta, en especial para una noche de domingo otoñal de baja temperatura. Sea por gusto, por escena, por los temas de moda o lo que sea, lo de anoche le suma (y mucho) a la música de esta ciudad.