La banda regresó a nuestra ciudad luego de siete años convocando a 1400 personas en el Teatro Provincial. Con sus dos últimos discos al frente, dio un show muy acertado a pesar de los cuestionados asientos. Lo mejor llegó en los bises, con la gente saltando en los pasillos de la sala.
Fotos gentileza Carolina Vera
El mató a un policía motorizado volvió a tocar en Salta tras siete años de ausencia. En ese periodo, el grupo sólo visitó Jujuy y Tucumán, y aunque algunos salteños viajaron, otros tantos pedían por su regreso. En especial las nuevas camadas, que tenían la deuda de verlos en vivo y esta vez fueron la gran mayoría. Pensemos que esa última vez en 2017, fueron 350 almas en Amnesia, mientras que este domingo en el Teatro Provincial estuvieron presentes cerca de 1400 personas.
Desde temprano los puestos de manteros de remeras coparon la vereda del Provincial. En esta oportunidad no hubo puesto de merch oficial con remeras, discos, stickers y demás, una característica de la banda. Con un show anunciado a las 20 y entradas casi agotadas, solo quedaban algunas ubicaciones en superpullman. La gente se tomó su tiempo en llegar. Esto jugó en contra para el inicio puntual, clásico del publico salteño.
Pasadas las 20.20 y ya con todas las butacas ocupadas, la banda apareció en el escenario. Los músicos arrancaron con “El magnetismo” y ahí empalmaron con “Un segundo plan”. La gente en platea se fue parando, como pasó con Nafta hace unos meses atrás. El problema lo tuvieron los del pullman y superpullman, que por la pendiente del lugar no pudieron pararse para no cortar la visión a los que estaban más atrás. Arriba vivieron todo el show sentados.
En esta gira la banda sigue presentando Super Terror (2023), de ahí sonaron “Diamante roto”, “Medalla de oro” y “Tantas cosas buenas”, entre otras. «La gente lo tomó como un álbum premonitorio. Las letras encajan con la realidad, con este momento, donde aparece una figura como Milei que nace del odio, de esa exageración, de los absolutos, esa locura que impera en el mundo, los Trump, los Bolsonaros», le decía Santiago Motorizado a La Gaceta, antes de su show en Tucumán. «Me ponen triste los comedores a los que no llega la comida, me pone mal. El gobierno anterior hizo muy mal las cosas, pero este lo lleva al extremo cuando se piensa tanto la macro. Hay muchas cosas para hablar, esto de burlarse de las minorías, hacer chistes homofóbicos, visitar los genocidas en la cárcel, me parece un delirio», completaba.
Las de La síntesis O’Konor (2017) fueron las canciones más cantadas. “La noche eterna”, “El mundo extraño” y “Fuego”. Se trata del disco bisagra para la banda, que los llevó a pegar el salto de convocatoria copando las principales salas de Buenos Aires. El hit “El tesoro” fue dedicada para algunos familiares de Santiago, presentes en el teatro. Recordemos que su padre es salteño, como nos contó en su primer show en Salta, en Beel Zebul, allá por 2010.
Fue la séptima presentación para el grupo en la ciudad, que solía tocar en los distintos bares de la zona de la Balcarce. De esa época sonaron “Más o menos bien”, “Amigo piedra” y “Yoni B”. Mención especial para “El fuego que hemos construido”, tal vez su mejor canción, ocho minutos de guitarras, distorsión y el corazón en la mano. Nada más lejos de un hit de Spotify.
Se vieron niños con sus padres y varios menores de edad en el show, cosa que hubiera resultado imposible en algún boliche de zona sur, por nombrar lugares donde están tocando distintas bandas. Y en una época de vacas flacas para el rock, en especial en Salta, es algo para festejar.
El sonido varió mucho con las ubicaciones. Quienes mejor escucharon fueron los de los palcos y la platea, mientras que en los pisos superiores la sufrieron bastante, en especial los que estaban más arriba. De todas maneras, la voz de Santiago fue lo que más claro se escuchó en toda la sala. Mención especial para las luces, que se destacaron en todo el show. Hace tiempo no se veían tantas y con tan buen manejo en escenario. Aunque sumando el humo, el grupo es el terror de fotógrafos.
En estos últimos discos ganaron mucho lugar las teclas y sintes de Agustín Spassoff (Chatrán Chatrán), más las percusiones de Pablo Mena, colaborador del grupo. Mientras que el tándem de guitarras de Gustavo Monsalvo (Niño Elefante) y Manuel Sánchez Viamonte (Pantro Putö) sigue siendo imbatible y la característica esencial de la banda, junto con el pulso siempre justo en la batería de Guillermo Ruiz Díaz (Doctora Muerte).
Aunque para la mayoría de los presentes El Mató sea una banda nueva, en 2023 cumplieron veinte años y son los referentes del sonido alternativo de fines del 2000. De las más destacadas de la década pasada. Siendo para muchos de +35/+40 la banda de sonido de sus vidas. Porque ese primer disco El mató a un policía motorizado (2004), la trilogía de EP y lo que siguió, los acompañó en depresiones y desamores, en amistades y traiciones. Lo que trae el ir creciendo en un país siempre hostil. Ahora el tiempo pasó y esos fieles seguidores llevan a sus hijos al show de la banda que los conmovió.
En estos tiempos de marketing 24/7 muchos venden lo de crear comunidad. Algo que sin buscarlo supo hacer El Mató a la perfección arrancando con el nombre de la banda, con sus letras, dibujos y graficas de sus shows, con sus remeras y en especial con esos conciertos por todo el país y por distintas partes del mundo. Se fue pasando la palabra. El sueño de toda banda, sí, pero estos platenses tienen ese ángel, ese algo especial que los llevó a destacarse entre el resto y generar pasiones.
Pisando las dos horas de show llegó el final clásico con “Mi próximo movimiento” y el cierre del telón. Pero la gente agitó por más y no paró, lo que generó el mejor momento de la noche: la banda regresó para hacer “Chica Rutera” y “Sábado”. Muchos volvieron del hall, las escaleras o la vereda, se ubicaron donde pudieron, coparon los pasillos. Se agitó a pleno e incluso se vieron pogos improvisados. Se rompió esa estructura de butacas y autocontrol.
Una curiosidad más para la ciudad, donde en 2016, en el recordado Arteplaneta, los El Mató hicieron un acústico gratuito porque el lugar les quedó chico días antes de la fecha. La música en vivo y su misterio. Así, un show que fue bueno se elevó, generando algo especial e inolvidable con ese cierre fuera de libreto que regalaron. Acentuando esa relación mágica que tiene la banda en esos seguidores de siempre e iniciándola en los que se sumaron en esta oportunidad. Será hasta la próxima, El Mató, pero mejor sin butacas.