Libros

Luisito, de Jorge Kasparian

El libro recoge treinta entrevistas a personajes que rodearon al Flaco Spinetta.

Hay una fascinación por el mundo de Luis Alberto Spinetta. O el universo, al decir de este libro, un trabajo que ha sido construido por un devoto del Flaco para personas como él. Lectores o lectoras que podrían estar horas hablando de discos, canciones, recitales o simples anécdotas que involucren al músico.

Luisito – 30 entrevistas al universo spinetteano, de Jorge Kasparian, abre muchas puertas y todas conducen a lo mismo desde distintos ángulos. Retratan el día a día de Spinetta, sus costumbres, las cosas que lo hacían reír o enojarse y también la generosidad con la que se movía para con los suyos.

Kasparian entrevistó a personajes muy importantes para todo seguidor de la obra del Flaco. Desde Pomo hasta Aníbal “La Vieja” Barrios. Desde Roberto Mouro hasta Baltasar Comotto. En el medio aparecen músicos como Jota Morelli, familiares como sus hermanos Ana y Gustavo, o asistentes, como Javier Galarza. Cada uno de ellos tiene mucho para decir de Luis Alberto.

Cada capítulo logra un clima muy ameno que transmite esa cercanía y el cariño con el que habla cada uno de los entrevistados. Kasparian, cordobés y asistente a shows del Flaco desde 1984, también es el autor de La biblia spinetteana, un libro estampado en tela sólo distribuido entre seguidores y conocidos de Spinetta. En esta entrevista nos cuenta un poco del armado de Luisito y de la segunda parte que llegará tarde o temprano.

– ¿Cómo encarabas las entrevistas? ¿Tenías un cuestionario básico y el resto aparecía solo? ¿Había un momento particular en el que los entrevistados se abrían más a la hora de hablar de Spinetta
– Todo surgió a partir de La biblia spinetteana. De ahí surgió el programa de radio. El programa era de 55 minutos. La idea era mitad música, mitad parla.. El concepto era que se juntaban tres tipos a escuchar música, como lo hacíamos a los 17 años, tirando buena data y escuchando a Spinetta. El artículo 1 de la Constitución del programa era «Jamás cortar un tema». Así que escuchábamos todo, inclusive los largos. Hicimos un programa sólo con tres temas. Pasamos por discos, por discos en vivo, por temas inéditos, temas cortos, temas largos, primeros temas de cada disco, últimos temas de cada disco, instrumentales. Hasta que llegó la hora de las entrevistas. Arranqué de mayor a menor: de los pesos pesados a los no tan pesados. Pesos pesados como Emilio (Del Guercio), Rodolfo (García), Pomo, Machi y toda esa gente. No tan pesados como músicos que estuvieron muy poquito o tocaron alguna vez: Matías Méndez, Nico Cota, Rafa Arcaute. También eran igual de importantes los que rodeaban a Luis, independientemente de Aníbal y de Javi Galarza. Los técnicos de sonido, que hubo varios. Distintos asistentes, los ilustradores.
Lo primero que les pedía era que eligieran entre cuatro y seis canciones de toda la obra de Luis para musicalizar el programa. Recibía dos mil puteadas porque elegir cinco de 550 es un delirio. Así y todo lo hacían. Todos sabían que íbamos a hablar de Spinetta porque el programa era de Spinetta. Por ahí metíamos un contexto de cada uno de los músicos. Ninguno se negó, todo el mundo hablaba. Y a medida que iban hablando iba brotando la emoción. A más de una entrevista la tuvimos que parar. Más de una duró más de treinta minutos y tuvimos que recortarla porque todo se hacía en formato radio.
Otro tema que lo fui aprendiendo con el tiempo era que no era lo mismo hacerle una nota a Nico Cota, que es acotado el tiempo que estuvo con Spinetta, que hacerle una nota a Pomo. Con Pomo con un programa no alcanzaba, así que tuvimos que hacer cinco capítulos

– ¿Por qué te parece que Spinetta es todavía tan querido por los tipos que estuvieron cerca de él? Incluso por gente que quizás compartió poco tiempo.
Spinetta es tan querido porque fue una persona inmensa, un tipo recontra generoso, amoroso, piola y compañero. Fue puliéndose al cabo del tiempo porque él sabía para qué estaba hecho, para hacer grandes canciones. Independientemente de que él tiraba para atrás su obra. Era un tipo extremadamente humilde más allá de los rayes y las locuras que tiene cualquiera. Todo el mundo lo quiere a Spinetta. Absolutamente todos. Propios y extraños. A medida que la gente lo va descubriendo se profundiza muchísimo más eso. Incluso tipos que nunca lo conocieron o nunca lo vieron lo sienten a través de la música. Me parece que lo menos importante de la vida del Flaco fueron las canciones, así que imaginate lo que fue como persona. Creo que fue un gran engañador. Esto lo digo desde el corazón. Porque en realidad Spinetta no fue un músico, fue un alquimista. A partir de la música, de las canciones, nos transformó a todos. Entonces hay cosas que no se explican. No puede ser un hijo de puta un tipo que escribe «Quedándote o yéndote» o «Canción para los días de la vida». Es imposible. Eso fue lo que pasó y lo que sigue pasando: con quien hablo, lo extraña. No estaba en los planes de nadie que Spinetta se muera. No se tenía que morir.

– Hay como una necesidad del fan de Spinetta de conocer hasta los detalles más pequeños. Desde qué platos cocinaba hasta si le gustaba mirar la tele. ¿Por qué te parece que se da eso?
En realidad la palabra «fan» es demasiado grande. No hay tanto fan de Spinetta. Hay gente curiosa, devotos. Y los fans que hay en definitiva son una horda de pelotudos, porque justamente Spinetta no quería fans sino que había que entenderlo por otro lado. Yo gracias al tiempo y a los palos pude transformarme de fan (que era un pelotudo) a un devoto. El devoto admira la obra y la sigue. (El reconocimiento) Pasa simplemente porque se murió, no por otra cosa. Spinetta no vendía discos, no cortaba entradas. Lo que sentí en lo personal en las Bandas Eternas fue «por fin se lo reconoce a este tipo». En los shows en Córdoba había muy poca gente. Si tomabas lista estábamos los mismos tipos siempre. Y resulta ser que hoy hasta el gobernador lo vio a Spinetta. Pero pasa lo mismo con los Redondos, con Sumo. No iba nadie y ahora iba todo el mundo. Hay una necesidad de identificación muy grande. Lo que pasa es que Spinetta siempre fue un ser muy reservado, para sí, para dentro, cuidando un montón de formas y detalles. Hay otra cosa que no es menor, que es que la gente de a poco va descubriendo que hay una cantidad impresionante de canciones más allá de «Plegaria» o «Muchacha» y «Todas las hojas son del viento».

Hace poco se editó 333, tu nuevo libro. ¿De qué se trata?
– Yo no pensaba que tenía la capacidad de animarme a escribir. Como tampoco pensaba que podía hacer un libro en tela y un programa de radio. Y un día estando en mi casa, solo, me senté en la compu y me puse a escribir. Y me salió un texto, lo publiqué en Facebook, gustó. Después escribí otra cosa y así. Todavía conservo una memoria impresionante y escribí relatos propios, ajenos, de terceros. Hay de fútbol, hay de rock, de amigos, de mi laburo. Hay historias que me parecía que merecían ser contadas. La idea es que un tipo lea un texto de tres o cuatro páginas, pase el rato, se entretenga.

¿Qué me podés contar de la segunda parte de Luisito?
Por cambio de mando en la radio nos levantaron el programa para empezar a pasar música. Yo tenía muchos programas producidos, muchas notas producidas para que salieran al aire. Y como no soy de quedarme seguí grabando notas pero sin el formato radio. Hay notas que duran dos horas y media. Y seguí con mi plan de grabar a personas vinculadas a Luis. A medida que pasa el tiempo vas descubriendo otras facetas, otras personas en la vida de Spinetta y estoy en el proceso. Me faltan grabar algunas notas, que no lo hago por falta de tiempo. Algunas ya están desgrabadas y otras editadas. Después veremos cuándo editamos Luisito 2, si se va a llamar así o si va a tener algún otro nombre. El concepto va a ser el mismo. Voy a tener uno o dos informes aparte de lo que son las entrevistas. Hechos que para mí fueron un antes y un después en la carrera de Luis. Y después veremos. El año que viene o cuando sea. No me puse un tiempo para publicarlo.