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Vecino de Spinetta | Daniel, “el Bill Evans de los panaderos”

En una entrevista con nuestra revista, contó su relación con el Flaco.

Daniel Ponce tiene su panadería en el barrio porteño de Villa Urquiza, a metros de La Diosa Salvaje, la casa/estudio de grabación de Luis Alberto Spinetta. Por su relación con el Flaco, Daniel se convirtió en una mini celebridad dentro del mundo spinetteano.

Daniel es conocido como “el Bill Evans de los panaderos”. Los fans de Spinetta que llegan a su pequeña panadería encuentran cuadros firmados por el Flaco y escuchan las anécdotas de este trabajador cordobés que se levanta en plena madrugada para amasar sus productos.

“La amistad que yo tuve con él no es porque yo lo busqué, sino que él vino. A mí me daba cosa acercarme. Yo pensaba ‘es Luis, no me va a dar bolilla’, pero todo lo contrario. Era una persona sencilla, común, como cualquier otra. Se sentaba ahí afuera tranquilo, en shortcito, en el umbral de la puerta. Estaba ahí un rato largo. La gente lo saludaba, los chicos venían, le tocaban la puerta para pedirle un autógrafo y si él estaba desocupado los atendía”, le dijo Daniel a la revista Rock Salta.

“Para nosotros era ir a comprar a lo de Bill Evans”, agregaba Gustavo Spinetta, el hermano del Flaco. “Venía Luis y traía ‘una pastafrola hecha por Bill Evans’, o las facturas. Le encantaban los churros. Tenía pasión por los churros a la mañana. Ese era el trato de Luis con el barrio. Y todo el mundo se quedaba dos segundos con él en la puerta. Todo el mundo que pasaba lo saludaba. Era un vecino más”, agregaba.

La dedicatoria para «el Bill Evans de los panaderos» que Spinetta le hizo a Daniel.

“La anécdota más linda que tengo es cuando se iba de gira para el Norte. Cargaron todo, hizo parar el micro acá, salió, me saludó y me dijo ‘Bill, no nos vamos a ver por unos días, me voy al Norte a tocar’. Por ahí yo estaba los domingos afuera, limpiando el auto, y salía él atrás y me contaba cosas”, decía Daniel.

“El último recuerdo que tengo es cuando me mandó una botella de vino y después se enfermó. Él ya venía mal del hombro, le dolía. Pero después de las fiestas se hizo peor. Cuando murió, en el barrio se sintió mucho. Pero el desenlace se veía venir”, contaba Ponce, que tuvo que investigar sobre Bill Evans para darse cuenta de la magnitud del elogio que le había regalado Spinetta.

Leé la nota completa en el número 17 de la revista Rock Salta, de octubre de 2013.