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Recuerdos que no mienten | A diez años del último recital del Indio en Salta

El show fue la presentación de El perfume de la tempestad, en el Martearena.

El sábado 26 de marzo de 2011 lxs salteñxs tuvimos el privilegio de volver a ver en vivo al Indio Solari junto a Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. No habían pasado ni dos años del primer recital del ex Patricio Rey en nuestra ciudad.

En 2009 todo había sido desborde emocional con una lista de temas que cumplió varios sueños de fanáticos de distintas generaciones. En 2011 las cosas fueron distintas. Hubo cuarenta mil personas en un Estadio Martearena repleto. Se trató de un show de gira, el primero de El perfume de la tempestad, por entonces flamante disco del Indio. La sensación era la de estar ante un viejo amigo que regresaba.

“La libertad fue la que reinó en la vuelta del ex Patricio Rey”, decía Rock Salta en su cobertura del concierto. Una libertad que se percibía “en cada lugar de la ciudad en el que los ricoteros armaron la previa, en cada porro encendido en cualquier bar a pesar de la ordenanza que prohíbe fumar puertas adentro, en cada pibe tirado en el pasto de la plaza 9 de julio, con los placeros en el molde. Estuvo también en la Balcarce colmada de gente cantando que no se explica y que se lleva bien adentro; pero, principalmente, estuvo arriba del escenario”.

“Eran pocos los que creían que el fenómeno se volvería a repetir y aún menos los que aseguraban que esta vez la convocatoria sería mayor. Solari no sólo volvió, sino que rompió nuevamente todos los récords provinciales y trajo un espectáculo jamás visto por estos lados”, agregaba la reseña.

Con un escenario impactante, con pantallas de extraordinaria definición y tamaño, el Indio brindó un show que se pareció más a los encuentros multitudinarios que se sucedieron desde entonces en distintos campos abiertos del país. El Indio cantaba mientras su mujer, Virginia, y su hijo Bruno, lo acompañaban desde un costado.

“En el inicio del show, durante ‘Todos a los botes!’, la gente se dio cuenta de la magnitud que puede adquirir la figura del Indio. Puede ser gigantesca, a pesar de su escaso tamaño. Cuando se paró al borde del escenario, con las piernas apenas flexionadas, el puño derecho en alto y la mirada oculta tras sus anteojos oscuros, sólo se lo podía comparar con tipos que ya son leyenda; con reyes y personajes mitológicos capaces de convencer a sus aliados y seguidores de arrasar con lo que se ponga adelante. Un William Wallace argento y pelado que te lleva, irremediablemente, a la libertad”, cerraba nuestro artículo, que reflejaba un momento que todavía se mantiene en la memoria de miles de salteñxs.