Ciro durante el Cosquín Rock Online 2020. Foto: Cosquín Rock
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Balance 2020 | Hartos de conectarnos

La falta de shows en vivo nos condenó a experiencias virtuales que no siempre estuvieron a la altura.

El 2020 fue un año para el olvido. Más allá de las canciones y los discos que aparecieron, faltó el vivo, una de las patas más importantes de la mesa de la música. La pandemia nos sacó la posibilidad de ver a las bandas que llenan estadios y a las que no van a ver ni sus amigos. Nos quitó la opción de disfrutar y trabajar.

Entre marzo y diciembre (¡qué lejos queda el verano 2020!), las grandes protagonistas fueron las redes sociales y las plataformas de streaming. Al comenzar el ASPO, la incertidumbre y el miedo eran protagonistas, ya que no sabíamos qué esperar. Algunas bandas y artistas empezaron a interactuar con sus seguidores vía YouTube, Instagram o Facebook Live. Nadie sabía qué estaba pasando, pero todos colapsaban internet en aquellas noches de marzo y abril.

Al ver que muchos se conectaban a los vivos, a algunos se les prendió la lamparita y se metieron en el mundo del streaming. Es decir, a cobrar por shows virtuales. Muchos lo hicieron sin saber realmente de qué se trataba. Pero donde ven negocio, ellos van…

Y así apareció TicketHoy, la primera plataforma que anunció streamings pagos. En cuanto tuvo eventos medianamente concurridos, su servicio colapsó. Probablemente el desconocimiento y la necesidad de facturar atentaron contra la responsabilidad y produjeron que la gente pasara un mal momento a la hora de ver shows por los que había pagado. ¿Estafa? Una palabra muy fuerte que se utilizó muchísimo (a veces irresponsablemente) de ahí en adelante.

Con el correr de los meses aparecieron los grandes jugadores. Ticketek Live y Livepass Play prometieron soluciones que llegaron a medias. Si bien es cierto que bancaron mucho más que TicketHoy, no fue suficiente. En lugar de buscar batir récords de conectados, bandas, productores y ticketeras, podrían haber pensado en anunciar sold out y agregar funciones para que nada colapsara. Al parecer, nadie investigó seriamente las alternativas para dar un buen servicio. Eso se notó.

Las bandas grandes tardaron mucho en animarse a tocar “virtualmente”. Algunas porque no querían tener esos problemas y otras porque entendían que no era la forma de llegar a sus seguidores. Muchas otras, en cambio, no lo hicieron para no «quemarse». No podrían seguir cobrando cachet altísimos si quedaba claro que no venden más de 200 accesos de streaming. El negocio de facturar para intendencias y gobiernos iba a quedar expuesto ante el poco “corte de tickets”.

De los grandes, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado fueron los primeros que se animaron, y aprovecharon para grabar un disco en vivo. Muy buenos temas y covers de los Redondos, con el Indio virtual. La Renga hizo lo propio desde su estudio. Divididos presentó documental y tocó desde una quinta. Ciro, desde un teatro, dio shows con diferentes enfoques. Todos incursionaron en el streaming pero nadie quedó conforme del todo.

Los festivales también fueron protagonistas. Quilmes Rock en pleno aislamiento y Cosquin Rock ya con algunos shows en vivo, fueron los grandes recibidores de puteadas de parte de un público que extrañaba el quejarse en vivo y no iba a dejar de quejarse por internet.

La problemática del público como usuario merece un párrafo aparte. Después de haber trabajado con streamings desde mayo y conociendo cómo se maneja todo, puedo decir que el 90 por ciento de los problemas que denunciaba la gente eran propios. Problemas de conexión y también de comprensión. Muchísimos compraron accesos sin saber usar más que el mail y Facebook. De repente se encontraron a ciegas, minutos antes de comenzar un show, sin saber qué hacer. Obviamente, la reacción fue incendiar las redes y acusar de estafadores a todos (hasta a su banda favorita).

La pandemia dejó en evidencia la pésima conexión que hay en el país, la necesidad de facturar como sea, los pocos escrúpulos que tienen algunos empresarios y la poca paciencia del público cuando las cosas no salen como ellos quieren, aún cuando la culpa la tengan ellos mismos.

Por el bien de todos, espero que los shows en vivo puedan volver cuanto antes. La música en vivo es una industria importantísima, fue la primera que paró y será la última en volver. Gente que busca ganar como sea hay en todos lados, pero en esta industria también hay muchos que buscan brindar un buen servicio. Lo importante es tratar de diferenciar entre los serios y los chantas que quedaron en evidencia en este tiempo.

Que el 2021 nos encuentre nuevamente pagando entradas que nos parecen caras, viendo bandas horribles, comprando cerveza caliente en la barra e insultando al que nos empuja o no nos deja ver con su bandera en alto. Que nos encuentre viajando en micros, aviones, autos o a dedo para ver a nuestras bandas favoritas. Que nos encuentre habiendo aprendido algo de todo esto.

¡Que nos encuentre!

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